Hace algunos días, un amigo me decía es que él no quería asistir a la Santa Misa hasta que se abriera la oportunidad de poder recibir la Eucaristía en la lengua, como era costumbre de la mayoría de nosotros antes de la pandemia.
Es maravilloso el pensar cómo Dios nuestro Señor nos va llamando a cada uno de nosotros como personas humanas a ser parte de su cuerpo místico.