The Holy Father has asked us during the Jubilee of Mercy to reflect on God’s mercy, and to put mercy into practice in our daily lives. Our Eucharistic Congress this year has given us the perfect opportunity to celebrate God’s mercy as a diocesan family.
We can say that the most merciful act in the history of the world is celebrated in the Holy Sacrifice of the Mass. The most merciful act in the history of the world is Jesus’ suffering, death and resurrection for our salvation, and at every Mass that same sacrifice of Jesus is offered again. God the Father had mercy on the whole human race by sending us Jesus, and through Jesus’ sacrifice He mercifully saves us from our sins and gives us new life in His grace. The Sacrifice of the Eucharist makes present for us that most merciful act in the history of the world.
Why do we have the Eucharistic Congress? The purpose of the Eucharistic Congress is to celebrate our faith in the Real Presence of Jesus Christ in the Holy Eucharist, to affirm our Catholic faith in His Real Presence. A strong and genuine Eucharistic faith means a strong and vibrant Church. There’s an important connection between our Eucharistic faith and the vitality of the Church. Pope Emeritus Benedict XVI once wrote that the more lively the Eucharistic faith of the People of God is, the more deeply will the People of God share in the life of the Church and be committed to her mission.
The Eucharistic faith of the People of God is that Jesus is truly, really and substantially present, Body, Blood, Soul and Divinity in the Eucharist, under the appearance of bread and wine. He is our merciful Lord. Jesus nourishes us on His mercy in the Eucharist so that we in turn can go forth to nourish others with our works of mercy. The Eucharistic Congress is about deepening our amazement at Our Lord’s Real Presence, professing our faith in love, and energizing us for the good works of charity and mercy.
Our just completed Eucharistic Congress is now in the hands of the Holy Spirit. The Holy Spirit will multiply as He sees fit the fruits of the Congress in all the parishes and schools of the diocese. Through those parishioners who were blessed to participate in the Congress, the Holy Spirit will extend His blessings throughout the diocese. May the mercy of God the Father and the love of Jesus which we celebrate at each Mass continue to build up the faith and holiness of our parish families and the whole diocesan family.
Bishop Peter J. Jugis is the Bishop of Charlotte.
CHARLOTTE — Una multitud de más de 15,000 fieles católicos de la Diócesis de Charlotte asistieron al Centro de Convenciones de Charlotte, sede del Duodécimo Congreso Anual Eucarístico de la Diócesis de Charlotte, el pasado Sábado, 10 de Septiembre.
“Todos los eventos de este Congreso nos condujeron hasta este punto. Porque la Misa es la fuente y cumbre de la vida cristiana, y la fuente y cumbre del Congreso Eucarístico,” dijo el Obispo Peter Jugis, durante su homilía en la Misa de culminación del Congreso Eucarístico.
“Nuestro Santo Padre nos ha pedido durante este año a que reflexionemos en la misericordia de Dios, y practicar la misericordia en nuestras vidas todos los días,” continuó el Obispo Jugis.
La sesión del Sábado comenzó con una procesión Eucarística a las 9 am al frente de la Iglesia de San Pedro, en la Calle South Tryon del Centro de Charlotte. Al frente de la procesión, diáconos permanentes, y sacerdotes de la diócesis, marcharon adelante. Una escolta de los Caballeros de Colón acompaño al Obispo Jugis, cargando el Santísimo en un relicario. Religiosos, y más de 9,000 mil personas de la diócesis participaron en la procesión a través de las calles del Centro de Charlotte.
La procesión terminó en el Centro de Convenciones de Charlotte, en donde miles de católicos, de 92 parroquias y misiones de la Diócesis de Charlotte, le dio la bienvenida al Padre Paweł Rytel-Andrianik, Vocero de la Conferencia Episcopal Polaca. El Padre Rytel-Andrianik predicó la homilía durante la Hora Santa de Adoración al Santísimo en la mañana. Predicando tanto en inglés como en español, el sacerdote compartió con los presentes una historia acerca de cuándo conoció a un ex-pastor protestante que se había convertido en católico. Y este le preguntó que si el sabia la diferencia entre un protestante y un católico. “Los protestantes van a la Iglesia a escuchar un buen sermón. Los católicos vamos a la Iglesia, a pesar del sermón,” contó el Padre con una sonrisa. Y después con un tono serio explicó que los católicos, “No vamos a la Iglesia a escuchar a la sabiduría de alguien. Nosotros los católicos vamos a la Iglesia (apuntando hacia el Santísimo) para encontrarnos con Él. Nosotros vamos a la Iglesia para encontrarnos con Jesús (en la Eucaristía). “
Después de la Hora Santa, los asistentes de habla-hispana, tuvieron la oportunidad de participar en charlas en español. El primer expositor fue el canta-autor católico colombiano, Héctor Tobo. Tobo compartió su testimonio, “El Abrigo de la Misericordia,” y explicó como Dios lo llamo de vuelta a su fe católica por medio de la música. “A mí como músico, Dios me agarró con la música… Nunca pensé que con una canción, mi vida se fuera a transformar,” dijo Tobo. La canción que cambió su vida por completo fue “Alma Misionera,” la cual un sacerdote Vicentino le pidió que grabara como su primer disco católico. Después del éxito de su primer disco, Tobo decidió a dedicar su vida y su música al servicio de Dios y de su Iglesia.
El Padre Julio Zafra, Juez del Tribunal Eclesiástico Interdiocesano de Lima, Perú, ofreció la segunda conferencia, “La Misericordia, Escuela de Humanización y Santificación.” “Yo creo que el Papa (Francisco) nos ha recordado que la misericordia nos devuelve un corazón de carne porque este mundo esta endurecido; esta distraído y se ha olvidado de la humanidad,” dijo el Padre Zafra durante su charla. El sacerdote agrego que la base de toda humanización y santificación es la familia. “Que la familia sea una pequeña Iglesia en donde se vive la fe; donde se vive el perdón; donde se vive la Palabra de Dios,” agregó el Padre Zafra.
“Todo se aprende en familia. Lo bueno y lo malo se aprende en familia,” concluyo el Padre.
El Padre Julio Cesar Domínguez, sacerdote diocesano de la Diócesis de Charlotte, concluyó las charlas en español y habló acerca de “La importancia del Perdón” de rodillas, y mirando hacia el Santísimo Sacramento, expuesto durante toda su charla.
El sacerdote compartió un poderoso y doloroso testimonio acerca de una joven adolecente que estuvo bajo su cuidado cuando él era párroco de una Iglesia años atrás. La joven estaba enferma con cáncer, y renegaba a Dios, cuando su madre le pidió al Padre Julio que hablara con su hija. Después de muchos intentos, y cuando estaba en tratamiento para el cáncer, la joven adolecente le dijo al sacerdote que había tenido múltiples abortos, y que ella no podía creer en un Dios que hubiera permitido que su padre la hubiera violado en múltiples ocasiones, empezando cuando ella tenía solo ocho años. Con la gracia de Dios y los sacramentos, la joven pudo perdonar a sus padres y se reconcilió con Dios. Días antes de morir, el sacerdote notaba que la joven estaba intranquila por la muerte de los bebes que había abortado. El Padre Julio le dijo, “Hijita, ellos ya están en las manos de Dios, y te aman como cualquier hijo ama a su madre…así que corre, corre a la Casa del Padre.” La joven murió en paz unos días después.
El Obispo Jugis celebró la Misa de conclusión del Congreso ante unas 15,000 personas que colmaron el Centro de Convenciones de Charlotte. Acompañado de la gran mayoría de los sacerdotes de la diócesis alrededor del altar, el Obispo Jugis recordó a los presentes durante su homilia por qué se celebra el congreso todos los años, “El propósito de este Congreso Eucarístico es celebrar nuestra fe en la Presencia real de Jesucristo en la Santa Eucaristía, y afirmar nuestra fe católica en su Presencia Real.”
— Rico De Silva, Hispanic Communications Reporter