Reemplaza al Padre Blas Lemos
CHARLOTTE — José Gregorio García Rubio, colombiano, nacido en un pueblito llamado Sardinata, a 75 kilómetros de Cúcuta, capital del departamento de Santander, en la región fronteriza con Venezuela, es el nuevo vicario parroquial de la Iglesia Nuestra Señora de Guadalupe en Charlotte.
Proveniente de un hogar profundamente católico, la vocación de sacerdote le viene de familia. “Se tiene que saber que somos doce primos hermanos sacerdotes. ¡Doce! y vienen más en camino, teniendo en cuenta un diácono que ya ha sido ordenado. Creo que son tres hermanas de clausura incluídas. Venimos como de ese mundo, entonces como que no sorprende mucho mi vocación de sacerdote”, nos relató.
De niño y joven no participó como servidor del altar ni en grupos apostólicos, pero si asistió a la catequesis en una región rural, donde su padre era catequista. Durante una visita del obispo, debido a la larga distancia a la escuela, su papá ofreció un almuerzo a la comitiva en su propia casa. “Ahí fui confirmado, en el patio de mi casa”, nos confesó.
Trabajó en una tienda de abarrotes para ayudar a la economía familiar, lo que lo mantuvo alejado de las tentaciones propias de la edad. “No había tiempo para esparcimiento de ningun tipo, ni siquiera el deporte. Todo era estudio, trabajo, estudio, trabajo. Luego, salí del colegio y fui directamente al seminario. Nunca entré a una discoteca, ni a un bar. No entré a un restaurante sino hasta haberme ordenado de sacerdote”.
VICENTINO ACCIDENTAL
“Lo de vicentino se dio por accidente”, comentó, porque ya habiendo decidido ser sacerdote, inició el proceso con su diócesis local, la diócesis de Cúcuta. “Pero estudiaba en un colegio regentado por hermanas vicentinas y la rectora, que se dio cuenta que estaba en contacto con el seminario diocesano, entonces me propuso que ingrese a los vicentinos”.
Viniendo de una familia de escasos recursos, le entusiasmó la idea de recibir la formación de manera gratuita, “porque en Colombia hay que pagar el seminario”, aclaró, así como también una buena oportunidad para salir y conocer otras partes del mundo.
“Y mira que que me ha resultado porque he estado en muchos países”, dijo.
Inició su formación en Colombia tomando Filosofía y luego fue enviado becado a continuar sus estudios en Francia, donde aprendió el idioma a la perfección y fue ordenado sacerdote el 15 de agosto de 2004.
Desde ese entonces fue asignado a labores de maestro, de instructor de seminaristas, y se ha graduado como master en consejería en Chicago, recibido capacitación en Italia y
El Líbano, por lo que también habla italiano, inglés y un poco de árabe.
Ahora, en Estados Unidos, durante sus primeros días, “todavía no he empleado la primera palabra en inglés”, dijo sonriente.
OTRA REALIDAD
Para el P. García, formador incluso desde el diaconado, esta es su primera experiencia parroquial. “Si me preguntas de una parroquia no sé absolutamente nada. Sé la teoría porque soy formador del seminario, pero no tengo la práctica”.
El llamado a Estados Unidos no lo tomó por sorpresa, pero siendo honesto, dijo, pensó que sería enviado a Nueva York.
En Charlotte, sorprendido por la realidad casi rural y grandes distancias para recorrer dentro de la comunidad, espera pronto revalidar su licencia de conducir y conseguir un coche para que lo asista en sus labores de visitar enfermos, hospitales, casas funerarias o cualquier ministerio fuera de la iglesia.
Después de haber pedido vivir una experiencia apostólica, llegar a la parroquia Nuestra Señora de Guadalupe lo llena de ilusión, pero a la vez lo considera un reto.
“Cuando escucho que tenemos como 1.700 estudiantes en la catequesis, ya casi pego el grito en el cielo porque, bueno, me pregunto, ¿cuándo los vamos a escuchar en confesión?
Respecto a la comunidad, la considera muy querida, abierta y receptiva, con necesidad de espacios para ser escuchada, “con una población muy grande, que consideramos como un territorio de misión”.
Para el Padre García el edificio de la parroquia muestra la periferia. “No es una iglesia como tradicionalmente te la imaginas, con una torre, la nave central. No, aquí te encuentras con un salón parroquial, adecuado a manera de iglesia”, pero que en realidad acoge las múltiples actividades de formación de la fe, de reunión de grupos apostólicos, de actividades teatrales, etc.
FUTURO
El Padre García llega inicialmente para cumplir una temporada de dos años, y de allí los superiores decidirán si se extiende su estadía.
Al pedir una experiencia pastoral, el nuevo vicario buscaba contrastar la enseñaza de los libros con la práctica real. “Siendo formador, cuando enseñamos partimos desde lo que constatamos en los libros y nada más. ¿Qué es lo que yo espero conocer? Quiero saber cuál es la realidad, qué es lo que necesitan las diócesis, qué es lo que está pidiendo la gente, cuáles son las necesidades pastorales. Así, para que cuando yo vaya a formar hombres, yo vaya a decirle a los estudiantes con esto es que lo que tú te vas a encontrar”.
Respecto a su carrera sacerdotal, el carisma vicentino de formación y servicio dijo, no deja espacio ni deseo de una carrera jerárquica.
Con todas sus fortalezas, el Padre García nos muestra una pequeña debilidad. “Soy de muy buena cuchara”, dijo, “como de todo”. “Afortunadamente me he dado como muchas vueltas por el mundo. Decía que en mis tiempos pasados ni siquiera los restaurantes los conocía. Los descubrí, ya de cura, estando sobre todo en Francia, y me volví devoto de los restaurantes, especialmente los de comida de mar”.
— César Hurtado