Bajo el tema ‘Los Carismas en la Familia’, se presentaron diversos oradores, entre ellos el Padre Pedro Núñez y las hermanas Martha Alicia y Evangelina, contando con el avivamiento musical de Iván Molina y la Banda Abba Padre.
La cita dio inicio el sábado por la mañana con la celebración de la Santa Misa oficiada por el Padre Benjamín Roberts, párroco de Nuestra Señora de Lourdes en Monroe, y la asistencia de los diáconos Margarito Franco y Miguel Sebastián.
El diácono Ramón Tapia, director espiritual del movimiento apostólico, dijo que la gente respondió al llamado a participar con mucho interés en clarificar sus dudas, “no solamente en el aspecto de experiencia de la fe, sino también en el aspecto de la doctrina, del catecismo, de la enseñanza de la Iglesia”.
El diácono Tapia expresó el interés de enfatizar el tema de la familia pues “está en crisis porque hay fuerzas externas en la sociedad que lanzan mensajes que pueden dañar a la familia o a sus miembros”.
Señaló que los carismas, como el de discernimiento, ayuda a mucha gente a ver que la sociedad está en problemas, y la Iglesia, que siempre ha sido protectora de la familia, nos orienta en ese sentido.
Subrayó que existe una invasión de mensajes, a través de los medios de comunicación, que no transmiten valores católicos, y quienes son más susceptibles a esos mensajes son los jóvenes, que, si no tienen formación ni una base firme, pueden fácilmente desviarse.
“Yo creo que este congreso será de mucha bendición, especialmente para la gente que se abre. Como dijo el Padre Pedro, ‘si uno no se abre a Dios, Dios es un caballero y no nos fuerza a entrar en nuestras vidas’, por ello uno debe tomar la acción, la actitud de unirse al Señor para que esa gracia nos toque y podamos seguir progresando en nuestra vida espiritual”.
Respecto a las numerosas actividades carismáticas, dijo que la chispa que mueve al movimiento es la misma que impulsa a la Iglesia: el Espíritu Santo.
Aclaró que el movimiento carismático no tiene nada nuevo que decirle a la Iglesia. “Toma de los tesoros de Dios que están depositados en la Iglesia. La renovación carismática no es superior al cursillo de cristiandad, al Emaús, o cualquier otro que el Espíritu Santo ha suscitado. Es uno, entre otros, que contribuye con nuestros sacerdotes a que el pueblo de Dios siga creciendo en la fe, en el amor”.
Relató que personalmente, una experiencia que vivió en 1975, a los 22 años, le sirvió para darse cuenta de que Jesucristo siempre lo había acompañado. “Se despertó en mí una pasión por la oración, las Escrituras, la Eucaristía, y por estar en una pequeña comunidad. No solo fue emoción. Había una emoción envuelta, pero con la gracia de Dios, la ayuda de sacerdotes, de mi esposa, de mi padre, y muchas otras personas, he podido seguir perseverando gracias a la misericordia divina”.
Nayeli Loza, parroquiana de San Luis Gonzaga en Hickory, llegó al congreso con un numeroso grupo de fieles de esa parroquia. Loza ingresó a la Renovación Carismática hace 12 años y luego atrajo a toda su familia. “Me mueve Cristo, ser santa, buscarlo a Él”, nos dijo y explicó que prefiere este movimiento, “porque aquí, entre otras cosas, aprendemos sobre la Palabra, se ora por los enfermos y pueden congregarse juntos todos los miembros de la familia”.
Javier Beltrán, de la Iglesia Nuestra Señora de Guadalupe en Charlotte, recibió la invitación para participar de la Renovación Carismática por una señora mayor en su parroquia. “Le dije que no varias veces, pero al final acepté y bueno, la señora lo profetizó, me quedé y aquí estoy desde hace 13 años”.
— César Hurtado