Puerto Maldonado, Perú.- Este jueves en su encuentro con la población en la explanada del Instituto Jorge Basadre en Puerto Maldonado, el Papa Francisco dijo a las comunidades de todos los rincones de la Amazonía que no están en una tierra “huérfana” sino de la Madre de Dios.
Al inicio del encuentro, el Papa recibió un breve saludo del Vicario Apostólico de Puerto Maldonado, Mons. David Martínez de Aguirre Guinea, quien le pidió que confirme al pueblo en la fe, para que renueven la esperanza y salgan de la pobreza.
El Vicariato Apostólico de Puerto Maldonado tiene una extensión de 149.552 kilómetros cuadrados y una población estimada de 348.411 habitantes.
Inmediatamente después, prosiguió el testimonio de la catequista Margarita Martínez Núñez Valer con su esposo Arturo, que agradecieron su visita a Madre de Dios, región “tan olvidada, herida y marginada”.
“Su presencia nos hace sentir que somos verdadera tierra de Dios verdadero. El Señor se ha fijado en nosotros y nos lo ha enviado para reavivar y revitalizar nuestra esperanza en Jesús”, dijeron.*
Luego, ya al inicio de su discurso, el Papa Francisco aseguró a los presentes que Madre de Dios “no es ‘tierra de nadie’, como muchos dicen y creen” porque “tiene nombres, tiene rostros: los tiene a ustedes”.
Luego, comentó que es “doloroso” ver que algunas personas quieren convertir a la región de Madre de Dios en una “tierra anónima” e “infecunda”, como un lugar “fácil de comercializar y explotar”.“¡Esta no es una tierra huérfana, es la tierra de la Madre! Y, si hay madre, hay hijos, hay familia, hay comunidad”, añadió.
En ese sentido, recordó la cultura del descarte, “una cultura sin madre que lo único que quiere es consumir”.
“Los bosques, ríos y quebradas son usados, utilizados hasta el último recurso y luego dejados baldíos e inservibles. Las personas son también tratadas con esta lógica: son usadas hasta el cansancio y después dejadas como ‘inservibles’”, lamentó el Pontífice.
Luego, se refirió a la “trata de personas” que acaece en la región amazónica y la calificó como una forma de esclavitud: “esclavitud para el trabajo, esclavitud sexual, esclavitud para el lucro”.
De acuerdo al Ministerio Público de Perú, de las 2.241 denuncias por el delito de trata de personas, reportadas del 2009 al 2014 en todo el Perú, Madre de Dios ocupa el tercer lugar con 227 casos, lo que representa el 10.1% de los casos a nivel nacional.
Madre de Dios registró 205 víctimas convirtiéndose en la primera región con mayor número de víctimas registradas entre mujeres, con 192 víctimas.
Con dolor, el Santo Padre expresó que muchas mujeres hoy son “desvaloradas, menospreciadas y expuestas a un sinfín de violencias”.
Por tal motivo, dijo que “no se puede ‘naturalizar’ la violencia hacia las mujeres, sosteniendo una cultura machista que no asume el rol protagónico de la mujer dentro de nuestras comunidades”.
Dentro de esa marco, el Papa sostuvo que mujeres jóvenes, buscando un mejor futuro, emigran a la Amazonía dejando “sus vidas humildes, pobres pero dignas”, para trabajar en “la extracción del oro”.
Sin embargo, “el oro –continuó– se puede convertir en un falso dios que exige sacrificios humanos. Los falsos dioses, los ídolos de la avaricia, del dinero, del poder lo corrompen todo”.
Según información del Vicariato Apostólico de Puerto Maldonado, “la minería ilegal del oro constituye un problema de primer orden: genera zonas sin leyes laborales, ni medioambientales, ni fiscales. Podíamos decir que es una zona ‘sin ley’”.
Más adelante, el Santo Padre pidió a las comunidades organizarse “en torno a la persona de Jesús” para encontrar una “vida verdadera, vida auténtica, eterna”, y de esta forma, ser el “reflejo” de la mirada de Dios Padre.
“Amen esta tierra, siéntanla suya. Huélanla, escúchenla, maravíllense de ella. Enamórense de esta tierra Madre de Dios, comprométanse y cuídenla. No la usen como un simple objeto descartable, sino como un verdadero tesoro para disfrutar, hacer crecer y transmitirlo a sus hijos”, dijo el Papa antes concluir su discurso.
Finalmente, el Papa Francisco se encomendó a María y pidió oraciones.