ACIPRENSA
Un domingo más, el Papa Francisco presidió desde el Palacio Pontificio, el rezo del Angelus antes unas 20 mil personas en la Plaza de San Pedro. Pero antes, el Pontífice explicó el Evangelio del día que narra cómo Jesús expulsa a los mercaderes del templo de Jerusalén y alertó contra la tentación de buscar constantemente el propio beneficio o los propios intereses.
“Es común, en efecto, la tentación de aprovecharse de actividades buenas, a veces obedientes, para cultivar intereses privados, incluso que a veces son ilícitos. Es un peligro grave, especialmente cuando instrumentalizan a Dios mismo y el culto a Él, o también el servicio al hombre, su imagen. Por eso Jesús una vez ha usado ‘las maneras fuertes’, para sacudirnos de este peligro mortal”.
El Obispo de Roma aseguró que la actitud de Jesús en el Evangelio, “nos exhorta a vivir nuestra vida no en la búsqueda de nuestras ventajas e intereses sino por la gloria de Dios que está en el amor”.
Hablando sobre lo que hizo Jesús en la explanada del templo, afirmó que “esta acción decidida y realizada en la proximidad a la Pascua, suscitó una gran impresión en la muchedumbre y la hostilidad de las autoridades religiosas y en los que se sintieron amenazados en sus intereses económicos”.
“Ciertamente no era una acción violenta –dijo Francisco–, porque no provocó la intervención de los responsables del orden público. Fue entendida como un acto típico de profetas, los cuales a menudo denunciaban, en nombre de Dios, abusos y excesos”.
El Papa explicó que, para interpretar el gesto de Jesús, los discípulos utilizaron un texto bíblico tomado del salmo 69: “El celo por su casa me devora”.
“Este salmo es una invocación de ayuda en una situación de extremo peligro a causa del odio de los enemigos: la situación que Jesús vivirá en su pasión. El celo por el Padre y por su casa lo llevará hasta la cruz”.
“El ‘signo’ que Jesús dará como prueba de su autoridad será su muerte y resurrección”, recordó. De esta manera, “con la Pascua de Jesús inicio un nuevo culto, el culto del amor, y un nuevo templo que es Él mismo”.
“Estamos llamados a tener siempre presente esas palabras de Jesús: ‘no convirtáis la casa de mi Padre en un mercado’”, porque “nos ayudan a rechazar el peligro de hacer de nuestra alma, que es la morada de Dios, un lugar de mercado, viviendo en la continua búsqueda de nuestro beneficio en lugar de en el amor generoso y solidario”.
Francisco subrayó además que esta actitud es actual “no solo para las comunidades eclesiales, sino también para los individuos, las comunidades civiles y para la sociedad”.