CHARLOTTE — Con la misión de demostrar que es posible romper las ataduras de nuestros antepasados, cerrar heridas “mas viejas que nosotros” y dejar que el Espíritu Santo sane nuestras vidas, el padre Claudio Olsznaski ofrecerá dos jornadas de ‘Misa y oración de liberación intergeneracional’ en la iglesia San Gabriel el 22 y 23 de mayo, a las seis de la tarde.
P. Claudio, quien tuvo la gentileza de conceder una entrevista a Catholic News Herald, aclaró que las dos sesiones tendrán una temática diferente y complementaria, por lo que es importante darse el tiempo y poder asistir los dos días.
Consultado sobre el significado de la liberación intergeneracional, P. Claudio dijo que se trata de poder desprendernos de aflicciones que hemos recibido de nuestros antepasados.
“A veces uno ha crecido y, en la educación nuestra, le hablaban mal de los negros, de los blancos, de los del otro lado del río, de los del otro lado de la montaña, de los del otro pueblo. Y entonces nosotros salimos a la vida con heridas más viejas que nosotros. Lo que las generaciones pasadas no resolvieron, esas heridas pasan a nosotros”, apuntó, citando como ejemplo que “otras cadenas”, tales como “mis abuelos se separaron (maritalmente), mis padres se separaron”, entonces “seguramente yo también me voy a separar o es muy probable que las cosas me vayan mal”, es posible que condicionen la vida de las personas.
Precisando el punto, explicó que “así como un hijo hereda tu casa, recibe una herencia; si tu tienes ojos claros y tu esposa ojos claros seguramente tus hijos tendrán ojos claros; si tu eres A positivo (tipo de sangre) y tu esposa A positivo seguramente tu hijo será A positivo; también hay talentos que pasan, familias que son artistas, familias que son cantantes o familias que son cocineros, todo eso es herencia. Y también se heredan las bendiciones y las maldiciones. Todo se hereda”.
Pese a lo malo que puede significar heredar una maldición, el Padre Claudio nos da una esperanza, pues “debería ser parte de toda vida cristiana poder romper con esas cadenas y ataduras”, lo que no es difícil si dejamos “que el Espíritu Santo obre libremente en nosotros”.
¿Quién es padre Claudio?
Padre Claudio Daniel Olszanski nació en Argentina y fue ordenado sacerdote el 15 de diciembre de 1990 por Monseñor Jorge Novak en la casa de encuentros ‘Cura Brochero’. Es profesor de ‘Teología y Ciencias de la Religión’. Se desempeñó como profesor titular en las Escuelas de Ministerios de las diócesis de Quilmes y Viedma.
De familia católica, asistía a Misa con sus padres y desde adolescente se reunió en grupos juveniles, aunque según confiesa “nunca se imaginó que terminaría siendo sacerdote”, ya que hasta recibió entrenamiento militar debido a que se veía venir un conflicto con Chile en el Canal de Beagle, el que gracias a la mediación del Papa Juan Pablo II no llegó a derramar sangre entre hermanos.
A los 23 años recibió el llamado del Señor para servirlo. En los primeros meses del seminario diocesano, en 1984, algunos hermanos lo invitaron a un grupo de oración de la Renovación Carismática, una experiencia que lo impactó y cambió desde el instante en que pisó la sala de reuniones. El Espíritu Santo tomó la vida del seminarista, a quien le encargaron una parroquia tras ser ordenado sacerdote.
Sin embargo, le esperaba una prueba muy grande. La enfermedad y muerte de su padre lo sumió en una depresión que, aunque no melló su fe, lo afectó profundamente y alejó del servicio. “Fue un tiempo difícil”, dijo, en el que -además de sus responsablilidades de pastor – se encargó de cuidar varios meses a su padre, luego enterrarlo y finalmente llorarlo.
Cuando vivía esos momentos, probablemente los peores de su vida, los padres jesuitas de Chile lo acogieron en su casa, donde se reencontró con el llamado de servicio al Señor practicando y viviendo la experiencia de los ejercicios ignacianos.
De ahí en adelante, después de un breve período como párroco entre el pueblo Mapuche, se convirtió en misionero itinerante, viajando a numerosas ciudades de Chile, Ecuador, Perú, México, Estados Unidos, Canadá, Centroamérica, el Caribe e Italia.
Con dones que ya se habían puesto de manifiesto en su acercamiento a la Renovación Carismática, P. Claudio aplica este modelo para asistir a cientos de miles de fieles en su liberación de ataduras.
‘Adoremos al que vive’
Conociendo la experiencia de “la miseria humana cuando uno toca fondo”, y habiendo experimentado en carne propia que cualquier persona, “incluso los consagrados tocan estos pozos”, P. Claudio comenzó a trabajar en la ayuda de personas y consagrados y fundó la comunidad de Alianza ‘Adoremos al que vive’, con casas en varios paises, entre ellos Perú y Estados Unidos de Norteamérica.
Por ello, la misión de P. Claudio, que implica estar viajando constantemente, no le genera una sensación de soledad y desarraigo. “Para nada, para mí viajar es pasar solo de una casa a otra, compartiendo siempre en familia, en comunidad”.
Según datos proporcionados por sus seguidores, en estos últimos años lleva recorridos casi un millón de millas predicando y ha ofrecido ejercicios espirituales a más de cien mil personas de más de 40 países.
P. Claudio reconoce que la Renovación Carismática Católica fue una bendición para su vida, en la que profundizó su experiencia del poder de Dios sobre nuestras vidas.
Por ello se vale de su experiencia carismática, de los carismas del Espíritu Santo, para ayudar a las personas a liberarse de sus ataduras.
El punto de partida de la comunidad de Alianza es que “la Adoración es la primera actitud del hombre que se reconoce creatura ante su creador” y que “la adoración de Dios Tres veces Santo nos llena de humildad y da seguridad a nuestras súplicas”. (CIC 2628)
Por ello, proclama a los cuatro vientos que ”la Adoración es el primer acto de virtud” y anuncia un estilo de vida en el cual “la primera palabra del Padrenuestro sea primero una Adoración antes que una súplica”. (CIC2781)
Afirma que con María, Madre del Señor y Madre nuestra, desea estar en activa contemplación a lo largo de nuestra vida ya que: “Adorar a Dios es exaltarle y humillarse a sí mismo, como hace María en el Magnificat”. (CIC 2097)
Finalmente proclama que “El Nombre del Señor es Santo” y que el hombre debe guardarlo en un silencio de Adoración amorosa. No debe emplearlo sino para bendecidlo, alabarlo y glorificarlo (cfr. CIC 2143). Jesús mismo nos enseña que al decir “Santificado sea tu Nombre” debemos desearlo como un proyecto en el que se comprometen Dios y el Hombre a la vez” (cfr. CIC 2807).
La visita del padre Claudio es un esfuerzo del Ministerio de Sanación y Liberación de la iglesia San Gabriel. “El ministerio se formó el año pasado ante una iniciativa del P. Gabriel Carvajal. Después de un periodo de capacitación iniciamos las actividades hace poco tiempo”, dijo Enrique García, uno de los coordinadores del ministerio.
— César Hurtado, Reportero Hispano
Deberías asistir
Misa y oraciÓn de liberación intergeneracional, Iglesia San Gabriel, 22 y 23 de mayo, 6 p.m., 3016 Providence Road, Charlotte, NC 28211