CHARLOTTE — Demostrando que la Iglesia Católica participa activamente en resolver el problema migratorio de la separación familiar, Catholic News Herald pudo acceder a información en la que se corrobora el apoyo de una parroquia local en uno de esos terribles casos de miles de menores que han sido arrancados de los brazos de sus madres, tras ser detenidos cuando sus padres solicitaban asilo en la frontera con México.
Un abogado de Seattle, estado de Washington, se puso en contacto con el Padre Vicente Finnerty, pastor de la Iglesia Nuestra Señora de Guadalupe de Charlotte, para buscar su ayuda en un caso de separación familiar, ocurrido tras la aplicación de la política de “cero tolerancia” establecida por la administración del presidente Trump.
La madre, a quien llamaremos Susana para proteger su identidad, fue detenida al solicitar asilo en la frontera, tras entregarse a las autoridades migratorias. Su niño, de ocho años, quien viajaba con ella desde Honduras, fue enviado a un centro de detención de menores en Pensilvania, mientras que la madre a un centro para adultos en el estado de Washington.
Una hermana de la detenida, residente en Charlotte, intervino para ayudarla, apoyar el pedido de asilo y demostrar que ni Susana ni el niño, de lograr el asilo, se convertirían en una carga económica para el gobierno federal, un trámite que deben realizar también los inmigrantes que solicitan residencia y los residentes legales que, cumplido el plazo de ley, tramitan su proceso de naturalización.
Es en este contexto que se solicitó una carta al P. Vicente en la que se le pedía detallara los servicios gratuitos que se ofrecen dentro de su parroquia, la de mayor participación hispana en la Diócesis de Charlotte. Dada la premura del tiempo, sin vacilar, el P. Vicente elaboró la carta y la envió de manera electrónica al estudio de abogados en Seattle.
En ella describía el gran número de programas de asistencia que ofrece la parroquia de manera gratuita. Desde servicios de salud física, mental, alcohólicos anónimos, ayuda con alimentos, pago de renta, pago de utilidades vencidas, pagos de gastos legales, hasta consejería espiritual y otros.
“Todo fue muy rápido”, dijo el P. Vicente. “Ellos nos contactaron un viernes, la señora tenía que presentarse en Corte el lunes”. “Lo que buscaba el abogado”, agregó, “era que la pudieran liberar en Seattle, que viviera con su hermana y pudiera reunirse con su hijo acá, en Charlotte”, lo que ya ha sucedido, pues el juez de inmigración aceptó la reunificación mientras se prosigue con el caso de asilo.
Según tiene conocimiento el P. Vicente, los trámites de asilo son muy difíciles de lograr en algunas ciudades.
“Si estuviéramos hablando de Washington DC o Nueva York sería otra cosa”, dijo. “La Corte de Inmigración de aquí depende de Atlanta y yo sé que los jueces de Atlanta son muy conservadores y conceden contados casos de asilo”, por lo que señaló, cree que la única persona que la podría ayudar es la abogada de inmigración local, parroquiana de la Iglesia San Pedro, Cynthia Aziz, a la que espera contactar.
El Padre Vicente reconoce que, en apariencia, el papel de apoyo para los inmigrantes de parte de nuestras iglesias locales parece mínimo. Sin embargo, resalta que existe un trabajo silencioso, sin afán de protagonismo ni figuración por parte de los sacerdotes.
“Por mi parte les puedo asegurar que siempre busco que proteger a la gente, ser honesto y derecho con la gente. En ocasiones, algunos grupos, siento, mueven a la gente por sus propios intereses”, subrayó.
— César Hurtado, Reportero Hispano