CHARLOTTE — Cuenta la leyenda hecha historia que, tras la muerte de Jesucristo, al apóstol Santiago se le adjudicó la evangelización del territorio peninsular español, de la región hoy conocida como Galicia. El patrón de España, al parecer llegó por las costas de Portugal para luego de algún tiempo regresar a Jerusalén y acompañar a la Virgen en su lecho de muerte. Allí fue torturado y decapitado en el año 42 por orden de Herodes Agripa I, rey de Judea.
Siete discípulos trasladaron el cuerpo del apóstol Santiago en una barca hasta Galicia, depositaron el cuerpo de su maestro en una roca -que fue cediendo y cediendo, hasta convertirse en el Sarcófago Santo- para visitar a la reina Lupa y solicitarle a la poderosa monarca tierras para sepultar a Santiago.
El camino de Santiago y la devoción al Apóstol nacieron en los finales del primer milenio de la era cristiana como respuesta a la creencia y fervor popular de que en estos confines de Galicia y de España, en un “campo de estrellas”, se hallaba la tumba del Apóstol Santiago, uno de los predilectos del Señor.
El camino de Santiago fue desde sus comienzos camino de Europa y de cristiandad unida. De ahí, aquel memorable discurso del Papa Juan Pablo II, en su primera visita a Santiago, el 9 de noviembre de 1982, cuando recordó que Santiago está en las raíces de Europa y cuando pronunció aquella célebre frase: “Europa, sé tú misma”, aludiendo a su identidad e historia cristiana, alentada y significada en Santiago de Compostela y en su camino.
En 1982 la Unesco declaraba al Camino francés de Santiago patrimonio de la humanidad. Tanto en su arte como su naturaleza el camino de Santiago es camino de espiritualidad, de belleza y de cultura excepcionales.
Al camino el peregrino debe ir en actitud de búsqueda, de apertura, de disponibilidad. Puede seguir portando el sombrero de ala ancha, el abrigo marrón con esclavina, el bordón, la calabaza, el zurrón y la concha venera, como manda la tradición.
PEREGRINA LOCAL
La hermana Eri Rodríguez, quien tiene a su cargo la misión local de los Apóstoles de la Palabra, escuchó del camino en 2014 cuando llegó en misión a las montañas de Carolina del Norte y se encontró con Eduardo Bernal, en ese entonces coordinador del ministerio hispano del vicariato de Smoky Mountain, quien le mostró una película sobre el tema y despertó su interés sobre el tema.
En 2016 la invitó a anotarse para conformar un grupo que viajaría en 2017. Un espacio dejado por un sacerdote permitió que se le presente la oportunidad de viajar con todos los gastos pagados. Pidió permiso a su director, el padre Amatulli en México, quien le concedió la autorización de inmediato para viajar a Europa por casi 45 días con visitas a Lourdes y Fátima incluídas.
Lamentablemente el grupo se deshizo pero la hermana Eri decidió realizar el viaje que había considerado un “verdadero regalo”, un obsequio que llegaba justo al cumplir los 10 años de sus votos perpetuos
Finalmente, tras su preparación de caminata en Charlotte, conseguir su calzado especial, mochila, bastón y bolsa de dormir, partió para realizar el Camino de Santiago el 10 de junio, iniciando el recorrido en el Santuario de Lourdes.
Fueron 23 días de caminata de entre 20 a 30 kilómetros diarios hasta llegar a Santiago de Compostela, deteniéndose en albergues para caminantes y compartiendo con cientos de peregrinos que, por diferentes razones, realizaban el camino.
Acostumbrada a su privacidad, el primer contratiempo fue compartir alojamiento con muchas personas. “El alojamiento era en literas y la primera noche no dormí”, nos confesó, un poco por el temor que algo fuera a pasar.
“Todo el viaje fue una bendición, era como que los ángeles me iban abriendo paso, acompañándome en cada paso que daba”, dijo la hermana, al recordar que providencialmente tomaba contacto con personas que la ayudaban a resolver dudas o facilitar su trayecto y viajes.
Sorprendida por la belleza de los paisajes que pudo ver, la hermana asegura que todo se presta para contemplar la belleza de la creación y orar junto con ella.
También la sobrecogió la historia viva de la iglesia que pudo visitar a su paso por templos y capillas donde muchas mujeres y hombres santos pasaron sus días. La belleza de las catedrales de Burgos, Pamplona, Astorga, Logroño y Santiago de Compostela, construidas en su mayoría con naves centrales y a un estilo muy diferente al que regularmente conocemos.
Sin embargo una espina hizo herida en su corazón: la ausencia de espiritualidad en muchos de los peregrinos que no buscaban de participar en celebraciones religiosas, ni oraban, ni asistían a Misa.
“Lo primero que hacía al llegar a un pueblo donde me iba a detener era buscar albergue, luego averiguar dónde podría escuchar Misa al día siguiente y finalmente ir a buscar algo que comer”, afirma la hermana, quien asegura que “de regresar al Camino de Santiago lo haría para cumplir la misión a la que ha sido llamada, la de evangelizar a través de la Biblia”.
Nota del editor: La información sobre el Camino de Santiago ha sido condensada de varios artículos publicados por ACIPRENSA.
— César Hurtado, Reportero Hispano