CHARLOTTE — Durante el pasado encuentro juvenil de la Renovación Carismática de la Diócesis de Charlotte, el orador invitado, Sergio Indalecio, logró una conexión intensa tanto con el público juvenil como con los padres de familia que acudieron para escuchar su mensaje de perdón entre los miembros de la familia, así como su testimonio personal de sanación gracias a su encuentro con Dios.
En conversación con Catholic News Herald nos confesó que, debido a su vida disipada, vivió en las calles de la ciudad de Houston, Texas. “Después de vivir debajo de los puentes, una muchacha me llevó a una iglesia católica de Houston, al Centro Carismático y ahí fue donde me invitaron los jóvenes a un retiro hace 17 años y fue mi encuentro ahí”.
“Fui con droga, con otra mentalidad, pero el señor Jesús tenía planes para mí y tocó mi corazón y desde entonces comenzó mi lucha, porque es una lucha, y hemos estado trabajando en el área espiritual y con mi enfermedad de las adicciones y estamos muy bendecidos”.
Respecto a cómo llega una persona a perder todo control por la droga y a vivir en las calles nos respondió que es debido a que “dejamos que el ego nos controle, dejamos que nuestro egoísmo tome las decisiones, pensamos en nosotros mismos y no en las personas que nos aman. Y no aceptamos la ayuda, incluso rechazamos la ayuda aunque quieran hacer el bien para uno. No vemos el bien que quieren hacer y después, como rechazamos, empezamos a perder y luego de perder empezamos a llegar a donde llegamos, a vivir debajo de los puentes. En mi caso fue a los 16 años que viví bajo los puentes”.
Su conversión no fue sencilla ni fácil. Tomó tiempo y para ello fue necesario que dejara de convivir con los mismos grupos y evitar incluso hasta fiestas familiares donde hay alcohol. “Evitar esos lugares para mantenerse firme. Claro, el área espiritual debe balancearse, tenemos que estar fuertes en nuestra área espiritual y ya creciendo podemos empezar a abrirnos un poquito más. Pero la tentación siempre está. Yo lo tomo como que Jesús sí nos sana pero, al igual como Jesús perdona nuestros pecados en el sacramento de la confesión, no porque nos confesamos significa que ya no vamos a pecar. Volvemos a pecar. Igual la adicción, no porque Jesús nos haya sanado significa que ya no vamos a consumir. Allí está la enfermedad y tenemos que trabajarla diaria, al igual que el pecado y la confesión”.
En cuanto a su salida de la adicción y la razón por la que ahora dedica gran parte de su tiempo a relatar su historia a audiencias en todo el país dijo que “esto es un llamado que Dios ha hecho poco a poco y me he dejado guiar por Él. Una cosa es donde Él nos lleve, no donde quiera yo ir. En este proceso le pido a Dios que me lleve donde él quiera o donde los jóvenes necesiten escuchar testimonios como el mío para o no caer o salir. Yo fui joven, estuve en esa edad, cometí muchos errores y es el momento de darles el mensaje para que no caigan en los mismos errores”.
Su cercanía a los jóvenes la atribuye a que les puede decir “yo te conozco, estás en los mismos canales que yo, yo sé lo que estás haciendo y eso abre las puertas a desahogarse, a convivir, a explicarme por qué se estaba desesperando acá adentro. Yo creo que cuando ya pasaste por ese proceso puedes ayudar al otro, al prójimo y lo puedes entender a salir”.
Para ser una herramienta efectiva del Señor recomienda dejarnos guiar por Jesús, ser humilde y saber que todo lo que hace Jesús a través de nosotros es de Él y no de uno. “No hay palabras para expresar lo que es Dios en una vida, especialmente como la mía, de donde me sacó. No tengo con qué pagarle. No tengo con qué pagarle”, concluyó.
— César Hurtado, Reportero Hispano