CHARLOTTE — La paz es el regalo que Jesús nos trae a cada uno de nosotros, si nos arrepentimos de nuestros pecados y nos acercamos a Él con corazones humildes. Ese fue el mensaje del Obispo Peter Jugis ante cientos de personas que recibieron el nacimiento de Jesucristo en la Misa de Gallo del 25 de diciembre en la catedral San Patricio.
“Este pequeño infante, este pequeño niño en un pesebre”, dijo el Obispo mirando la escena de la Natividad en el altar, “es por eso que está aquí: para traernos su paz a través del perdón de nuestros pecados”.
El nombre de Jesús significa “Dios salva”, continuó. “Eso es muy significativo, por supuesto, porque esa es su misión y porque la salvación es algo que todos necesitamos. Todos hemos pecado”.
Dios nos ama tanto que nos envió a su único Hijo para salvarnos personalmente, dijo. “Jesús, el salvador, nace para ti”.
Refiriéndose a la primera lectura de Isaías (Is 9: 1-6), el Obispo Jugis reflexionó sobre uno de los títulos que el profeta del Antiguo Testamento utilizó para describir al Mesías: “Príncipe de la paz”.
“Jesús es el príncipe de la paz”, dijo. Jesús trae paz a las personas de buena voluntad, tal como lo anunciaron los ángeles en su nacimiento en Belén.
“Jesús quiere purificar tu alma para que puedas vivir en paz, para que puedas vivir en paz contigo mismo, para que puedas vivir en paz con Dios y con los demás”, dijo el Obispo Jugis.
“El mayor obstáculo para la paz en el mundo es el pecado, pura y simplemente”, continuó. “La razón por la que Él ha venido es para comprometerse en la batalla monumental para conquistar y destruir el pecado en nosotros y sanarnos. No es solo una batalla, es una guerra total la que Jesús ha venido a librar contra el pecado, a conquistarlo y destruirlo en cada uno de nosotros”.
El pecado es la raíz de todos los problemas del hombre, continuó. “Solo piensen en la magnitud del problema. Solo Dios puede arreglar todo esto. Dios tuvo que venir porque el problema era muy grande”.
“El pecado nos divide al uno del otro, el pecado nos pone celosos al uno del otro, el pecado nos hace sospechar unos de los otros, el pecado nos hace desear dominar, controlar, manipular o abusar de otros”.
Nos encontramos con la pecaminosidad a nuestro alrededor, dijo, especialmente en los últimos meses en que la crisis de abuso sexual del clero ha sacudido a la Iglesia.
El pecado “nos hace tratar a los demás con desprecio”, anotó. “Nos hace tratar a los demás sin respeto, usar y abusar de los demás”. “Debemos venir a Jesús y arrepentirnos de nuestros pecados”, señaló. “El arrepentimiento es el camino a la paz”, enfatizó.
“Para honrar al Príncipe de la Paz, acudimos a Él con un corazón humilde, contrito y amoroso y le decimos: ‘Jesús, dame la paz. Jesús, sé mi salvador”.
“Realmente no es difícil amar a Jesús, pero requiere humildad y una evaluación honesta” de nuestros corazones, dijo el Obispo Jugis. “En Navidad, Dios te da el regalo de Sí mismo. ¡Solo piensa en eso! Esta Navidad dale el regalo de tí mismo a Él y a todos los que conoces con tu servicio amoroso y generosidad. Es lo menos que podemos hacer, considerando lo que Dios mismo nos ha dado”.
Luego oró, “Que Dios te bendiga a ti y a toda tu familia en esta Navidad, y que te tenga siempre en su paz”.
— Patricia Guilfoyle, Editora