GREENSBORO — El Padre Ángel Espinosa de los Monteros derrocha simpatía en cada una de las presentaciones en las que habla sobre el amor de pareja. Utilizando un lenguaje sencillo y mucho humor cautiva a los auditorios que sienten como propios los casos y situaciones que narra.
“¡Ya ves viejo!, ¡que te dije!”, se escucha murmurar en las salas que lucen repletas de parejas de toda edad que esperan un consejo que renueve, nutra y hasta salve su matrimonio.
Al terminar sus charlas, cariñoso y paciente espera hasta tomarse la última foto con los asistentes que se lo piden, o para firmar libros y material promocional que distribuye con el fin que sus recomendaciones puedan ser recordadas con facilidad.
Gracias a esa paciencia, nos permitió conversar con él al término de una sesión realizada en la parroquia Santa María de Greensboro.
CNH: Padre Ángel, ¿cómo descubrió esta vocación de orador y la desarrolló a lo largo de los años?
Padre Ángel: Yo me ordené hace 24 años, los que cumplí el pasado 25 de noviembre. Estaba trabajando en Guadalajara, llegué como diácono, y cuando llevaba unas 10 a 15 misas celebrando bodas me acuerdo que entré a una boda y vi que era la misma gente. Era una sociedad más bien cerrada, y uno piensa ¿qué les voy a decir?. Ya les dije lo de carnal, ya les dije lo del vino, ya le conté esta anécdota al otro.
No sabía ni qué decir y se me ocurrió describir el por qué el tapete, por qué las flores, por qué tanto invitado, la celebración del amor humano, cómo estaría Jesús en las bodas de Caná; si se acabó el vino es porque había un mundo de gente.
Y se me ocurrió describir el anillo. ¿Por qué decimos “recibe este anillo como símbolo de mi amor y de mi fidelidad en el nombre del Padre, del Hijo, del Espíritu Santo”? ¿Cómo un objeto tan pequeño puede ser el símbolo del amor y de la fidelidad?
Entonces empecé a describir ahí, en la misa, en ocho minutos, diez, no fue más, por qué el anillo es de oro, por qué tiene una fecha, que no es de caducidad, es el día que marca que todo comenzó y que todo terminó; por qué es de metal resistente, por qué son los dos prácticamente iguales pero con sus diferencias, por lo menos uno más grande que el otro; por qué está hecho con detalle; te lo dieron sin precio.
Y a cada una de las cosas que decía le iba sacando un contenido del amor: un verdadero amor no tiene precio; te lo dieron con una fecha implica que todo comenzó ese día y terminó tu vida pasada; metal resistente como el Sacramento, no se debe romper, puede necesitar ajustes porque me creció el dedo, se me adelgazó, igual que el matrimonio necesita ajustes.
Saliendo me agarró un señor y me dijo: “Padre usted le tiene que decir esto a muchísima gente” y yo le dije “ah.. encantado, júntame 2000 personas”. Lo dije de broma y me respondió: “yo se las junto”.
Y entonces, a los tres días, me llama y pregunta cómo se llama la conferencia. ¡No tengo ni idea!
De niño, cuando yo iba al cine, había un anuncio de una película que se llamaba “Un diamante es para siempre” y era sobre diamantes. Entonces le dije: “pues ponle el anillo es para siempre”.
Total que llegó el día y me juntó 1865 personas, la totalidad del Teatro Galerías en Guadalajara. La gente salió feliz y con bromas, “entre broma y broma la verdad se asoma” dicen por ahí, la gente al salir me decía: “¿y cuándo la segunda? ¿Cuál segunda si yo no tengo otra? Pues haga otra. Y ahí yo sentí como Dios me fue impulsando.
CNH: ¿Usted estudió para orador o lo suyo es un talento nato?
Padre Ángel: No estudié para esto, no me preparé para esto. Más bien comencé simplemente por lo que yo escuchaba hablando con matrimonios. Y ahora sí, cuando llevaba seis conferencias, regresé a Roma hacer una licenciatura en Teología Moral con especialización en bioética.
Entonces, cuando salgo de Roma a vivir a París y después a Colombia, y después vuelvo a Roma, pero ya trabajando, empiezo a aplicar, ahora sí a meterle mucha ciencia sin perder la sencillez. Porque si a mí me preguntan cómo me describo, hablo a la gente lo más sencillo, los argumentos, los que deben ser.
Perdón por lo que voy a decir, como está hablando ahorita el Papa Francisco. El libro es complicadísimo que no lo entiende nadie. Yo le hablo a la gente como se le habla a un amigo y le meto la verdad, la doctrina, el sentido común.
Mi vida es esta, desde hace 24 años mi vida es esta.
CNH: Padre Ángel, con mucho respeto, algunas personas pueden preguntar ¿qué sabe un sacerdote del matrimonio si no está casado? ¿con qué experiencia puede aconsejar si nunca ha vivido con una pareja? ¿Qué les diría a ellos?
Padre Ángel: Mira, yo me leí muchos libros sobre el Sacramento del Matrimonio. Ahí aprendes la parte doctrinal. Pero cuando estás ahí evidentemente que alguien te dice: ‘¿ya te leíste este libro? ¿ya te leíste el otro? Que no es doctrinal sino ya es casuística, qué aconsejar. Y alguien me dijo: “¿ya te leíste los principios básicos de psicología?”. Total, que cuando uno estudia matrimonio termina leyéndose 30 cosas, muchas conversaciones con otros sacerdotes.
Y ya cuando salgo de teología para ordenarme y me traen a vivir a Guadalajara, yo pensé que iba a estar hablando todo el tiempo del Evangelio, de la Eucaristía, de esto y el otro y, en cambio, me llenaban de citas de gente con problemas conyugales.
Entonces mis verdaderos estudios fueron atender a unas siete u ocho personas diarias durante siete años en Guadalajara. Quítale sábados, domingos y fiestas especiales, verano, Navidad. Eran 270 días del año escuchando a seis, siete, ocho personas, dos parejas, tres parejas, gente que se va a casar. Una problemática, y no en confesión. En confesiones escuchas algunas cosas. En diálogo, en el despacho: me quiero casar, me quiero divorciar, quiero mi nulidad, no aguanto su carácter, por qué te casaste.
Entonces uno oye todo y, como les digo, yo tengo la ventaja sobre ustedes: yo no tengo mujer, tú sí tienes. Tú tienes experiencia con tu mujer, yo tengo la experiencia de diez mil matrimonios. No sé, ya no los he contado. Oigo la parte de la mujer, oigo la parte del hombre, los confronto, le meto un poco de psicología, le meto casuística y veo como Dios, a través de instrumentos pobrísimos, hace milagros.
CNH: Padre Ángel, si se pudiera resumir todos sus consejos a los matrimonios en una sola palabra, ¿cuál sería?
Padre Ángel: Es que esa respuesta no existe porque no hay una sola palabra. Sería “amarse”. Ámense, sí, pero es que yo más bien tendría que decirles unas 15 cositas: el diálogo, la intimidad, el perdón, la formación de los hijos si no quieren ustedes terminar lamentándolo todo y viendo cómo se echa a perder una familia. El volver a empezar, el volver a lo básico: las salidas, todas las semanas por lo menos una vez; los gestos, dame la mano, dime que me quieres. Es una serie de cositas que sí, todo cabe en el amor, pero el amor hay que desmenuzarlo y te das cuenta de que es diálogo, perdón, intimidad, compañía, cuidado, nunca se ofrendan en público, saber discutir, volver a comenzar, lo que todo el mundo dice.
CNH: Todos los días vemos la definición de amor que nos muestra el cine y la televisión. Para usted, ¿existe el amor de película, de novela, el puramente romántico?
Padre Ángel: Las películas hoy nos están engañando por todas partes. Ahora una buena película es donde él deja la esposa porque está más guapa la secretaria y está mucho más romántico. ¿Qué haces con tu esposa si está más romántico aquí?
De esas, hay diez millones de películas que son un asco. En cambio, las verdaderas películas de amor muchas veces partieron de una historia real.
Entonces, sí existe, no lo llamo “amor de película”, lo llamo un edificado sobre la roca de Cristo.
¿Se acabó el vino?, traigan el vino bueno, el verdadero amor, el perdón, la reconciliación.
— César Hurtado, Reportero Hispano