CHARLOTTE — El obispo Peter Jugis anunció un cambio en el liderazgo del Ministerio Hispano diocesano. Al padre Fidel Melo se le ha otorgado un año sabático para participar en una inmersión del idioma y cultura purépecha en la Arquidiócesis de Morelia, Michoacán, México, con el objetivo de poder servir a la comunidad de inmigrantes purépechas que residen en la Diócesis de Charlotte.
El Padre Julio Domínguez ha sido designado para suceder al Padre Melo como Vicario del Ministerio Hispano de la Diócesis de Charlotte, a partir del 1 de febrero.
El Padre Julio César Domínguez Prieto nació en Tampico, Tamaulipas en 1972, siendo sus padres don Marcial Domínguez y doña Esperanza Prieto.
Su apego a la religión se puso de manifiesto muy pronto y a los ocho años de edad le dijo a su madre que deseaba ser sacerdote.
Como todo adolescente, en crisis de rebeldía, se alejó de la iglesia y tuvo sus dudas sobre Dios. En la preparatoria, como consecuencia de una conversación que sostuvo con su madre, regresó a la Iglesia.
“Mira César (así lo llama su madre), yo nomás te voy a decir una cosa. Yo ya te mostré el camino de Dios y tu lo habías tomado muy bien, pero lo dejaste. Solamente quiero que sepas que hay un cielo y un infierno, y tu vas por el camino del infierno. De tí depende, yo ya te di las bases y tú vas a tomar el camino que tu quieras”, le dijo doña Esperanza.
La invitación para tomar un rol más activo en la Iglesia le llegó por un sacerdote misionero para que se capacite y desempeñe como catequista.
Las verdades de la fe que recibió lo llenaron intensamente. “Los padres misioneros explicaban todo tan bien que hacía sentido”, relató.
Pese a contar con una novia que le atraía mucho y a estar estudiando, sintió el llamado de Dios a tomar otro camino, decidió darse la oportunidad de probar algo distinto e ingresó, junto con otros diez jóvenes, a la Casa Religiosa de Los Misioneros de Cristo Mediador.
Permaneció diez años en la vida religiosa, pero al inquieto joven le gustaba la vida de parroquia, quería acercarse a la gente, trabajar con la comunidad.
Mientras estudiaba en Roma su tercer año de Filosofía y Teología, y bajo recomendación de su consejero religioso, inició contactos para ingresar al sacerdocio diocesano en Jalisco, México.
Cuando regresaba a México, gracias a una invitación de familiares llegó a Gastonia, Carolina del Norte, de visita. Allí se encontró con el Padre Joan Allen, pastor en la parroquia San Miguel, quien lo invitó a presentarse como candidato al sacerdocio por la Diócesis de Charlotte y continuar su formación como seminarista.
La duda de llegar a un mundo desconocido cuando esperaba retornar a México, el reto de estudiar un nuevo idioma y la separación por más de diez años de su familia lo hizo dudar. Nuevamente un consejo de su madre fue decisivo. En una conversación telefónica doña Esperanza lo alentó a seguir el camino pues, como le dijo, “Dios no trabaja por casualidades”.
El siete de junio de 2003, fue ordenado por el Obispo William Curlin junto a los sacerdotes Enrique González Gaytán y Matthew Ryan Beuttner en la Iglesia San John Neumann.
El Padre Julio recuerda la intensa lluvia de ese día y también la emoción de ver a la familia presente, aunque algunos de ellos, incluido su padre, no pudieron llegar pues se les negó la visa.
Su primera asignación fue en la parroquia Sagrado Corazón en Salisbury, donde permaneció por 3 años. Ahí tuvo como mentor al Padre John Putnam, a quien reconoce debe su crecimiento.
Le siguieron San Luis Gonzaga en Hickory y San Francisco de Asís en Lenoir, donde permaneció siete años.
El Padre Julio Domínguez es también miembro del Consejo Presbiteral, responsable del track hispano del Congreso Eucarístico, parte del equipo diocesano de Vocaciones y su última asignación fue la de coordinador del Ministerio Hispano en Smokey Mountains.
— César Hurtado, Reportero hispano