HICKORY — Utilizando recursos informáticos y redes sociales, “la misión del Santo Rosario está activa y el misionero no descansa”, aseguró el Diácono Darío García, coordinador del Ministerio Hispano del Vicariato del Hickory, refiriéndose al empeño de las familias consagradas a la Virgen María en mantenerse unidas durante este tiempo de aislamiento social decretado por las autoridades para contener el brote de COVID-19.
“Todos nos mantenemos informados a través de videos, audios y escritos, y permanecemos en oración con el Santo Rosario, la difusión de las ‘florecillas de María’, meditando en familia y compartiendo sugerencias y comentarios”, añadió.
La misión, que cumplió ya nueve años instalada en la región, tenía programada la realización de su octavo encuentro anual a finales del mes de mayo, cita que ha quedado pendiente.
Una devoción temprana
Para el diácono, la devoción mariana llegó a muy temprana edad en su natal Colombia. Más tarde, refiere, fue reforzada por su menor hija, quien encontró una pequeña estampita de la Virgen María y pidió que fuera enmarcada y colocada en su cuna. “Esa imagen todavía la acompaña”, dijo con emoción, y subrayó que su esposa “es una devota a tiempo completo”.
Ya en la vida pastoral, “la Virgen ha sido mi compañía en el trabajo” porque ella es la perfecta representación de la familia, y en esta misión “el diácono no obra solo sino en compañía de la familia”.
La Misión del Santo Rosario nació en la parroquia San José, en Newton, gracias a una iniciativa de Florencio Vásquez, su cofundador. Desde esa ‘parroquia madre’, se extendió a San Francisco de Asís en Lenoir, Nuestra Señora de los Ángeles en Marion, Santa Dorotea en Lincolnton, e inclusive trascendiendo fronteras hasta El Salvador y Colombia, a donde fieles del vicariato, originarios de esos países, han viajado y establecido misiones ‘hermanas’.
Actualmente, evalúan solicitudes de asistencia requeridas por parroquias de los estados de Nueva York y Virginia, además de colaborar con “los hermanos de Guatemala, aprovechando la difusión de la emisora ‘Alégrate María’ con la que cuenta la parroquia San Carlos Borromeo en Morganton”.
Rosario de bendiciones
En estos momentos de pandemia, en que las reuniones presenciales momentáneamente ‘han pasado a la historia’, los misioneros consagrados mantienen un altar en sus hogares, donde la familia se reúne, ora y medita bajo su propia disponibilidad horaria.
Las reuniones, a las que llaman cenáculos, anteriormente al mes de marzo se llevaban a cabo mensualmente en calendario rotativo en casa de los consagrados.
Según explica el Diácono García, los cenáculos difieren en su celebración. La de ellos incluye elaborar un pequeño altar con flores, imágenes, veladoras y agua bendita. Luego del saludo se reza el Santo Rosario, realiza una lectura bíblica, lee un mensaje de la Virgen, se ora el rezo a San Miguel Arcángel, la magnificat, se invoca al Espíritu Santo y, tras una oración de sanación, se comparten experiencias, para finalizar con una bendición.
“Siempre las personas contaban sus impresiones y las bendiciones que recibían de María Santísima”, dijo el diácono, aclarando que no buscan “cosas raras ni espectaculares”, sino acciones del día a día que permiten ver cambios en sus vidas. “Mi esposo antes no rezaba el rosario”, “mi hija no participaba y ahora es la primera que reclama que nos juntemos para orar”, “mi hijo ya reza las letanías”, son frases que frecuentemente se escuchan. “Vemos la presencia de Dios y la Virgen, la iluminación del espíritu. No deseamos más”, apuntó.
Al concluir un cenáculo, el anfitrión regularmente ofrecía comida a los participantes en la medida de sus posibilidades. “Pero el estómago del misionero es sencillo. Se come cuando hay y cuando no hay se aguanta”, añadió risueño el Diácono García.
Todo este proceso, al ser conducido bajo una estricta guía, es posible de realizarse íntimamente en casa. Ya los responsables del monitoreo de los consagrados, junto al diácono, trabajan en la elaboración de una pauta que explique claramente los pasos para que se pueda hacer en el núcleo familiar.
“Esta es una misión, no es un grupo. Lo que se le exige al misionero es que busque familias para consagrar. La idea es extender la misión, es ir en la búsqueda. Una vez que tenemos a las familias iniciamos la Consagración a María, siguiendo la guía de ‘33 días del glorioso amanecer’. Y un punto muy importante, la misión debe estar cobijada por el pastor de cada parroquia”, subrayó el diácono.
— César Hurtado, reportero
Mayores informes
Si desea mayor información sobre la Misión del Santo Rosario, contacte al Diácono Darío García al correo This email address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it. o escriba un texto al WhatsApp 828-228-662.