Ya estamos en febrero y, aunque ha pasado poco tiempo desde Año Nuevo, muchos hemos olvidado esos propósitos que hicimos con tanta ilusión para el flamante 2021.
El P. José Luis Gonzáles Santoscoy, sacerdote de la Arquidiócesis mexicana de Guadalajara, propone cuatro consejos para que los propósitos del Año Nuevo no se queden solo en buenos deseos.
El P. Gonzáles afirma que, “cuando se acerca el fin del año, comenzamos a pensar en algunos propósitos para el siguiente. Esto está muy bien, ya que cada año es una nueva oportunidad para recomenzar, trazar nuevas metas y trabajar por nuevos sueños”.
Muchas veces hemos hecho ciertos propósitos que muy pronto los abandonamos: dejaré de fumar, haré más deporte, bajaré de peso, correré una maratón, seré más feliz, etc”, agrega.
Ante esta realidad, el sacerdote sugiere cuatro consejos a seguir para que los buenos propósitos sí lleguen a hacerse concretos:
1. Menos es más
“No trates de abarcar mucho porque abandonarás todo. En ocasiones nos ponemos una lista grande de cosas por cambiar, porque queremos ser perfectos de la noche a la mañana y esto termina siendo una carga pesada que nos mata en lugar de motivarnos”, asegura el sacerdote.
2. Fíjate un objetivo concreto
“Sé específico en lo que quieres para que logres obtener resultados”, sugiere. “A veces decimos, seré el mejor papá, eso no ayuda, más bien ¿Qué me llevará a ser mejor papá? Sé específico y busca propósitos concretos”.
3. Un día a la vez
“Si piensas que tu objetivo lo vas a trabajar los 365 días del año, en automático pensamos que es muchísimo, por ello hay que vivir un día a la vez. Hoy tienes la oportunidad de cambiar hábitos negativos, hoy me decido a ser más cariñoso”.
“No excedas tus propias limitaciones y vive un día a la vez, esto te ayuda a ir obteniendo resultados visibles y reales, lo cual te motivará bastante porque irás aumentando en confianza al ver resultados”, exhorta el sacerdote.
4. Busca una red de apoyo
El P. González anima a conversar con la familia y los amigos sobre estos propósitos para que ellos también “te ayuden y motiven’’. En ocasiones podemos flaquear y necesitamos de alguien que nos ayude a retomar el camino”.
“Vivir una vida sin propósitos que nos ayuden a cambiar nos lleva a vivir una vida sin esperanza. Por eso, no le tengas miedo al cambio, es importante luchar y siempre avanzar”, asegura.
“Recuerda que en la medida en que estemos cerca del Señor, Él nos ayudará a perseverar, nunca te des por vencido”, concluye.
¿No tienes ningún propósito?
Si aún no los has planteado, el Arzobispo José Gómez de Los Ángeles, sugiere tres resoluciones:
1. Colocar a Jesús en el centro de nuestras vidas
El Prelado indicó que la mejor forma de acercarse a Jesús es leyendo el Evangelio diariamente. Cada día durante unos minutos lea un pasaje, puede ser de la lectura diaria de la Misa.
Después “pídanle a Jesús que abra su Palabra para ustedes. No se pregunten lo que el pasaje del Evangelio dice “en general”, o lo que podría significar para otras personas. Pregúntenle personalmente a Jesús: “Señor, ¿qué me estás diciendo a mí? ¿Qué quieres que yo haga? “¿Qué debo cambiar en mi vida si quiero seguirte más de cerca?”.
Mons. Gómez sugiere aplicar lo que el pasaje dijo a cada uno durante el día. “De este modo, empezamos a ver nuestras vidas como Él las ve desde su perspectiva”.
2. Mejorar la vida de los demás
La segunda resolución es tener la disposición y la intención diario para servir, “de mejorar la vida de alguien”. El Arzobispo de Los Ángeles indicó que el amor “empieza con aquellos que nos exigen más cosas, con los que representan un reto para nuestro egoísmo”. Con aquellos que están más cerca.
Por ello, sugiere tener más paciencia, ser más comprensivos, no juzgar inmediatamente sino dar el beneficio de la duda; aceptar a las personas tal cómo son. También dejar de criticar y hacer que las conversaciones sean positivas.
“Hemos de tratarnos unos a otros con ternura y amor. Algunas veces podemos cambiar todo el curso del día de las personas tan solo sonriéndoles, tan solo con escuchar lo que ellas tienen qué decir”, manifestó.
3. Perdonar a los demás como Dios nos perdona a nosotros
Tenemos que abrir nuestros corazones y abrir nuestras vidas, y mostrarle a la gente el amor de Cristo que nosotros conocemos. Eso es lo que significa compartir nuestra fe. Significa amar a la gente, cuidar de ella, mostrarle misericordia y, sobre todo, perdón.
Nuestro Santo Padre Francisco ha dicho: “Jesús nos llama a todos a seguir este camino: ‘Sean misericordiosos, como su Padre celestial es misericordioso’… En silencio, pensemos… en alguna persona con la que estemos molestos, con los que estemos enojados, en alguien que no nos guste. Pensemos en esa persona y… oremos por esta persona y volvámonos misericordiosos con esta persona”.
— Condensado de Aciprensa