CHARLOTTE — Fue un reencuentro alegre después de un largo año de separación y distancia.
El 30 de marzo, decenas de sacerdotes viajaron desde todo el oeste de Carolina del Norte hasta la Catedral San Patricio para asistir a la Misa Crismal anual de la Diócesis de Charlotte, una tradición de Semana Santa en la que se reúnen alrededor de su obispo, renuevan sus promesas sacerdotales y asisten en la bendición de los aceites sacramentales.
En 2020, la pandemia de COVID-19 cerró las parroquias durante la Semana Santa y la Misa Crismal tuvo que ser transmitida en vivo desde una catedral casi vacía.
Un año más tarde, con signos esperanzadores que la pandemia podría estar disminuyendo, un grupo de clérigos pudo reunirse nuevamente en persona para la celebración, mientras permanecían a una distancia segura en las bancas y se modificaban algunos elementos de la liturgia por precauciones de salud. Este año la Misa también se transmitió en vivo para que las personas de la diócesis pudieran participar virtualmente, ya que la capacidad de la catedral está limitada a 150 personas.
Dirigiéndose a sus hermanos sacerdotes, el Obispo Peter Jugis dijo que Dios nos invita a ir más allá de las dificultades, el miedo y el aislamiento del año pasado para conectarnos con los fieles.
"Siempre es una alegría reunirnos con los hermanos sacerdotes para esta Misa Crismal, y este año, afortunadamente, podemos tener una mayor participación en persona. Pero ya sea que estemos presentes personalmente o participando de forma remota a través de la transmisión en vivo, el presbiterio se une como un solo cuerpo para la renovación de nuestras promesas sacerdotales, la bendición de los óleos y la consagración del sagrado crisma”, señaló.
"A medida que las restricciones por el COVID-19 se retiran gradualmente, lo que nuestros feligreses necesitan experimentar es la alegría de regresar a la iglesia y a la Misa. Quieren la alegría de poder decir (como) en las palabras del salmo. (Sal 122), 'Que alegría cuando me dijeron vamos a la casa del Señor, ya están pisando nuestros pies tus umbrales...' El tiempo del miedo, ansiedad, estrés y aislamiento que trajo la pandemia el año pasado está comenzando a llegar a su fin. Y los fieles están listos para seguir adelante".
"Dios ahora nos impulsa a emprender un nuevo camino en nuestro ministerio, Dios que es eterna novedad", dijo el Obispo Jugis. Y eso significa conectarse "personalmente con tantos feligreses que se han visto obligados a permanecer al margen de la vida de Iglesia, y darles la bienvenida de nuevo a la Iglesia y a la Misa".
"Es un nuevo momento y estamos a punto de experimentar una explosión de alegría a medida que las restricciones continúan retirándose. Un nuevo amanecer para todos nosotros".
"Estamos aquí para llevar el gozo de nuestra unción sacerdotal a aquellos a quienes servimos", dijo.
Luego continuó: "Jesús dice: 'Te volveré a ver y tu corazón se regocijará y nadie te quitará tu gozo'. La vocación del párroco es ser padre espiritual de los fieles confiados a su cuidado, estar cerca de la gente. Ustedes ponen a disposición de ellos la gracia de los sacramentos para ayudarles a crecer en la santidad como hijos de Dios. Ustedes forman en sus mentes y corazones las enseñanzas de Cristo. Y ustedes los acompañan en el camino a la vida eterna y la gloria del cielo. Como sacerdotes compartimos en la unción de Cristo, nuestro Sumo Sacerdote, y (somos) inspirados por las palabras del evangelio de hoy 'para llevar sus buenas nuevas y el aceite de gozo a su pueblo una vez más'".
Concelebraron la Misa Crismal desde el altar Monseñor Patrick Winslow, vicario general y canciller, y el Padre John Putnam, vicario judicial. El Padre Julio Domínguez, vicario del Ministerio Hispano, y el Padre Christopher Gober, director diocesano de vocaciones, estuvieron entre los celebrantes que permanecieron en las bancas.
Como expresión de unidad, todos los sacerdotes se pusieron de pie durante la bendición del sagrado crisma con las manos extendidas, uniéndose al Obispo Jugis en oración mientras se realizaba el rito de bendición.
Los santos óleos bendecidos en la Misa Crismal se utilizan en los sacramentos del bautismo, confirmación y unción de los enfermos, así como para la ordenación de sacerdotes y la consagración de iglesias y altares.
Después de la Misa, los diáconos dividieron los aceites bendecidos en reservas de aceite más pequeñas que se distribuirán a las 92 parroquias y misiones de la diócesis para su uso en las celebraciones sacramentales durante el próximo año.
— Catholic News Herald. Fotos de SueAnn Howell, reportera senior.