CHARLOTTE — El 12 de enero, las parroquias de la Diócesis de Charlotte se unieron en oración para celebrar el 50 aniversario de la fundación de la diócesis.
Cuando el Obispo Peter Jugis abrió el año del aniversario con una Hora Santa y una Misa esa noche en la Catedral San Patricio, otras iglesias siguieron su ejemplo, reuniendo a sus feligreses para la Adoración Eucarística y el Santo Sacrificio de la Misa en acción de gracias a Dios.
En particular, la celebración de la Iglesia San Pío X en Greensboro contó con la presencia de un invitado especial, el Padre Edward Sheridan, quien fue el primer superintendente de las escuelas de la diócesis, entre muchas otras funciones que realizó durante casi 60 años de ministerio sacerdotal.
El Padre Sheridan pronunció la homilía en la Misa del 50 aniversario, recordando los primeros días de la diócesis.
“Probablemente soy uno de los pocos que sigue vivo desde la época en que se formó la diócesis”, dijo sonriendo.
El Padre Sheridan se encontraba sirviendo en Brevard cuando escuchó el anuncio oficial, a fines de noviembre de 1971, que se iba a formar una nueva diócesis.
El oeste de Carolina del Norte todavía era territorio misionero en ese entonces, relató. Los católicos sumaban solo alrededor del 2 por ciento de la población del estado.
Sin embargo, el momento de la fundación de la diócesis, después del Concilio Vaticano II, fue un momento providencial.
“El Obispo Begley hizo suyo Vaticano II, lo siguió y nos pidió que también lo hiciéramos”, dijo. “Uno de los grandes resultados de su liderazgo fue la formación sobre Vaticano II en la Diócesis de Charlotte”, y eso incluyó fortalecer el papel de los laicos en la nueva diócesis.
“Él realmente puso alma y corazón en ello, y nos invitó a todos a ser la Iglesia”, dijo.
Entonces y ahora, dijo el Padre Sheridan, “el propósito de una diócesis es predicar el Evangelio a la gente y ayudarla en su camino espiritual”.
Al conmemorar este 50 aniversario, invitó a los fieles a recordar el espíritu de aquellos días fundacionales.
“Nos miramos a nosotros mismos y agradecemos al Señor por todo lo que ha hecho”, dijo.
“Mi oración, mi esperanza, es que reavivemos el espíritu de Vaticano II, que pongamos nuestra fe en acción en nuestra vida diaria”.
“Lleven el Evangelio a los demás”, animó a la gente. “Todos somos parte de esta pequeña diócesis de 46 condados, pero es vibrante y puede serlo más que nunca”.
“Que sigamos viviendo de acuerdo con ese espíritu presente al inicio y a lo largo de estos 50 años. Que Dios bendiga a la Diócesis de Charlotte. Nos bendiga a todos, bendiga a todos los que están en el liderazgo para lograr una Iglesia más vibrante, hospitalaria, más amorosa, más solidaria, lo más parecida al Evangelio”.
— Patricia L. Guilfoyle, Editora