CHARLOTTE — Continuando con sus labores de asistencia a las personas que sufren pérdidas sensibles en sus vidas, la pastoral de duelo del vicariato de Charlotte continuará brindando sesiones online que facilitan la participación de personas, no solo de Charlotte, sino de todo el país y Latinoamérica.
Así lo hizo saber Cecilia Jiménez, fundadora y coordinadora de esa pastoral, quien junto a otra de las miembros, Francy Villegas Mosser, sostuvo una reunión de trabajo con el Padre Julio Domínguez, la Hermana Juana Pearson y el Diácono Eduardo Bernal, afinando el calendario de Sus próximas actividades.
La Pastoral de Duelo ofrece, desde la fe católica, un trabajo de acompañamiento integral a las personas que han sufrido la pérdida de un ser querido y requieren de una red de ayuda que los apoye.
Durante la pandemia de COVID-19 la necesidad de asistencia creció enormemente y la imposibilidad de realizar sesiones presenciales, modalidad que hasta ese momento empleaban, detuvo momentáneamente sus operaciones. En breve, gracias a la aplicación de nuevas tecnologías de reuniones virtuales, pudieron retomar su importante trabajo.
Para Jiménez, lo que inicialmente fue un problema se convirtió en una ventaja. “Con las reuniones presenciales las personas debían de movilizarse, algunas desde largas distancias, hasta el punto de reunión en Charlotte. En algunos casos eso implicaba horas de desplazamiento, tanto para ellas como para nosotras”, dijo.
Sin embargo, gracias al uso de ordenadores, computadoras portátiles, tabletas y hasta teléfonos inteligentes, pudieron resolver el problema y “llegar a las personas hasta sus propios hogares”, lo que les permitió incluso ampliar el alcance de la pastoral a todo el territorio americano y países de Latinoamérica como México, Honduras, El Salvador y Colombia, entre otros.
“La pandemia, que trajo consigo el aislamiento, nos presentó el reto adicional de poder asistir también a personas que habían sufrido el trauma de la muerte inesperada. Muchas de ellas perdieron a varios familiares en pocos meses. En varios casos, los familiares enfermos fueron internados en un hospital donde no se podía siquiera visitarlos. Los familiares fallecieron y nadie se pudo despedir de ellos, por lo que el duelo se convirtió en algo complicado”.
La definición de duelo, explicaron, también se extiende a las personas que han perdido a una mascota muy querida, a los padres cuyos hijos finalmente han dejado el hogar, a las personas mayores retiradas, y otros casos.
Durante las sesiones ofrecidas, cuyo número varía entre diez a doce, la mayoría de las personas inician con sentimientos de ira, enojo o culpa. “Toda la familia se afecta, y se puede ver claramente que viven en tristeza y agonía”, luego “aprenden a desahogarse, a hablar y expresar lo más profundo de sus emociones, a pedir ayuda y vivir”.
Lo mejor para Jiménez es que, “al final del acompañamiento se les ilumina el rostro”. “Ese es el mejor pago que recibimos y que nos llena de felicidad”, añadió.
Los integrantes, subrayó la coordinadora, no ofrecen consejo psicológico, “solo acompañamiento”. Sin embargo, en las sesiones online grupales cuentan con la presencia de profesionales y sacerdotes que se conectan desde diferentes partes del mundo.
La Pastoral de Duelo lleva ya cuatro años de trabajo ininterrumpido en el vicariato de Charlotte. Para mayores informes sobre sus actividades contacte a su coordinador de ministerio hispano parroquial.
— César Hurtado, Reportero