CNH: ¿Cómo pudo Dios permitir que sucedieran estos tiroteos sin sentido, especialmente contra niños inocentes?
Obispo Jugis: Dios sólo quiere el bien en el mundo; y uno de los mayores regalos que nos ha dado es el don de la libertad. La gente puede usar esta libertad para hacer el bien o el mal. Cuando ocurren actos horribles como los que hemos presenciado en Texas, estos son contrarios a la voluntad de Dios. Es un acto de maldad. Cuando Dios se hizo hombre en la persona de Cristo, entró en nuestro mundo acosado por los abusos de la libertad, el mal y la injusticia. Como se ve en la cruz, Él no es un Dios indiferente a nuestro sufrimiento. Él entra en nuestro dolor, en nuestra debilidad y en los estragos del pecado. En la cruz, en este gran acto de amor, Él nos muestra la salida de la oscuridad y el dolor, iluminándonos el camino de la salvación, prometiéndonos la corrección de todos los males, la paz y la vida eterna donde ya no hay posibilidad de pecado y maldad. Nuestro Señor nos dice: “Vine para que tengan vida y la tengan en abundancia”.
CNH: ¿Qué palabras de consuelo ha dado a las personas que han experimentado un dolor tan profundo?
Obispo Jugis: El dolor de la pérdida es difícil en cualquier circunstancia. Cuando se trata de un acto de maldad contra niños inocentes es especialmente desgarrador. Ante tal tragedia, solo hay dos cosas que pueden traer algo de paz: nuestra fe en Dios y el amor que compartimos unos con otros. Enfoquémonos en ambos.
Y oremos para que el Espíritu Santo nos dé sabiduría y firmeza de propósito para poner fin a tanta violencia.
CNH: ¿Cómo debemos responder como cristianos a la creciente violencia que estamos viendo en nuestro alrededor?
Obispo Jugis: La paz comienza en el corazón. Nuestra primera responsabilidad es asegurarnos de nunca renunciar a esa paz, y no permitir que la oscuridad, el aislamiento y la discordia nos superen a nosotros y, a su vez, a quienes nos rodean. En segundo lugar, podemos ser más atentos y cariñosos con nuestros familiares, amigos y vecinos.
Debemos orar para que Dios nos dé el coraje y la caridad necesarios para llegar y ayudar a quienes puedan estar sucumbiendo a la desesperación, que puedan estar al borde del colapso, por su bien y el de los demás.
— Catholic News Herald