CHARLOTTE — Armados de valor, con la seguridad de llevar la verdad a quienes se encuentran necesitados de la Palabra, decenas de misioneros de la parroquia Nuestra Señora de Guadalupe en Charlotte dejan cada fín de semana la comodidad de sus hogares para visitar complejos de apartamentos, parques de casas móviles y vecindarios ubicados en diversos sectores de la ciudad.
Mauricio Hernández, coordinador del grupo misionero, asegura que el trabajo de apostolado inició irregularmente desde 2000, pero desde la época del Padre Gregorio “se le dio formalidad, se reforzó y organizó como grupo parroquial”.
Dijo que con la llegada del Padre Leo Tiburcio, tomó mucha más fuerza y el mismo sacerdote salía a misionar con el grupo. “Lamentablemente, con la partida del Padre Gregorio y las múltiples ocupaciones del Padre Leo como párroco, casi se hace imposible que pueda acompañarnos en nuestras salidas”.
Son regularmente 25 o más misioneros los que salen a tocar las puertas cada semana. “Estamos creciendo despacito, esperando hacer partícipes a todos los grupos de la parroquia en la misión”, añadió.
La motivación principal es poder llegar a las familias que tienen mucha necesidad. “Me duele ver que en ocasiones llegamos y hay padres bebiendo frente a sus hijos. En otras ocasiones, hay gente necesitada de un pan, de una ayuda económica, que están enfermos. Y ahí estamos nosotros para llevarles una palabra de esperanza, de fe”, dijo Hernández.
“Vamos anunciando por las calles que Jesús está vivo y, aunque somos pecadores e imperfectos, tratamos de ir misionando también con nuestro ejemplo. Solo el hecho de andar aquí ya es un mensaje”, subrayó.
Debido a que el grupo sale a visitar a la gente en sus hogares, y muy pocas iglesias católicas lo hacen, a veces los confunden con miembros de otras religiones.
“Por eso llevamos colgada una identificación con la imagen de la Virgen de Guadalupe. Un protestante no la llevaría. Nosotros como católicos la portamos con amor y orgullo”, aclaró el coordinador.
Respecto a la falta de más misioneros, no solo en su parroquia, Hernández señala que “algo está mal”, pues no estamos obedeciendo el mandato del Papa Francisco “de ir a la periferia, a los suburbios, a las trailas, a los apartamentos. Finalmente es un tema de conciencia”, dijo.
Otto García, misionero que participa desde enero del año pasado, relató que recibieron charlas de preparación antes de salir a misionar. “En algunas ocasiones lo más difícil es la respuesta de gente no católica que se disgusta. Lo entendemos, pero ofrecemos siempre la Palabra a quien la quiere escuchar”, dijo.
“Nuestras visitas han despertado a muchos católicos que han regresado a sus iglesias después de la pandemia. Ayudamos a mucha gente que se encuentra en depresión por el paso de la pandemia. Me emociona llevarles una palabra de alivio”, añadió.
— César Hurtado, Reportero