San Ignacio es uno de esos grandes santos que no solamente intercede por nosotros y nos inspira, sino que nos da la esperanza de llegar a la santidad a la que hemos sido llamados.
Nació en 1491, uno de los 13 hijos de una familia de nobleza menor en el norte de España. Cuando era joven, Iñigo (Ignacio) era muy vanidoso, estaba inflamado por los ideales de amor cortés y caballero del reino de España y soñaba con hacer grandes obras. Al quedar huérfano, quedó deslumbrado por las artes de las armas y llegó a ser un gran oficial del ejército, destacándose como un líder valiente. La gloria personal era su anhelo.
Pero, en 1521, Ignacio fue gravemente herido en una batalla con los franceses. Mientras se recuperaba, experimentó una conversión. Leer la vida de Jesús y los santos le hizo feliz y despertó deseos de hacer grandes cosas. Se dio cuenta que esos sentimientos eran pistas sobre la dirección de Dios para él. Ignacio se convirtió en alguien que experimenta a Dios como comunicador. Dios habla y siempre está deseando tener una conexión constante con nosotros.
Con el paso de los años, la conversión de Iñigo creció unida al servicio y acompañamiento espiritual para los pobres. Llegó a ser experto en el arte de la dirección espiritual. Recolectó sus ideas, oraciones y sugerencias anotándolas en un libro que luego se convertiría en ‘Los Ejercicios Espirituales’, uno de los libros más influyentes sobre la vida espiritual que se haya escrito.
Se superó con educación en Latín, teología y otras materias necesarias para continuar su camino de peregrino en España y Francia. Con un pequeño grupo de amigos, Ignacio de Loyola recibió la bendición del Santo Padre y fundó la Compañía de Jesús. Ignacio concibió a los jesuitas como ‘Contemplativos en Acción’.
“Encontrar a Dios en todas las cosas”, “Hemos sido creados para alabar, hacer reverencia y servir a Dios, nuestro Señor” y “Todo por la mayor gloria de Dios (Ad Majorem Dei Gloriam)” son algunos de los lemas más notables de San Ignacio.
San Ignacio pasó por muchas pruebas y dificultades, incluyendo la Inquisición española. Fue expulsado por la orden franciscana de Tierra Santa, cuando él creía que había sido enviado por Dios.
Recordamos a San Ignacio durante su fiesta del 31 de julio. Llevó una vida común y corriente con todos los defectos humanos que podemos tener nosotros mismos pero, al dejarse llevar por el Espíritu de Dios, encontró la paz y el propósito que el Señor tenía para él, convirtiéndose en uno de los santos más conocidos y que fundó una de las órdenes religiosas más influyentes en la Iglesia Católica.
Ibis Centeno es la coordinadora de la Pastoral Juvenil de la Diócesis de Charlotte.