¿Quién no ha experimentado alguna vez o varias veces en la vida momentos difíciles?
Las situaciones adversas que se presentan en el diario vivir de la persona y la sociedad, a veces parecen ser callejones o túneles sin salida, y que en vez de salir al claro, o la luz, pareciera que se está caminando en arenas movedizas
haciendo que la situación se vuelva más difícil.
Otras veces, cuando ya casi es superada la situación adversa, de repente llega otra igual o peor. De ahí que se diga: “Si no es Chana, es Juana, si no es la hermana o de plano, las tres juntas”.
Es así que el año 2020 será de fácil recordar. Y no sólo por sus dígitos, si no también por lo que en él se ha estado viviendo a nivel de sociedad. Particularmente, con el jaque mate que el Coronavirus le ha dado la vida humana y a la ciencia médica.
¡Cuántas familias han quedado en tristeza y dolor por el viaje que alguno de sus seres querido ha tenido que hacer de esta vida a la otra! Con el fin del año se van acercando las celebraciones propias de la temporada, en que serán recordados esos seres amados.
Ahora bien, a lo anterior hay que sumar los retos que cada persona y familia tiene que enfrentar a corto y largo plazo.
Es precisamente en este contexto que la Palabra de Dios da un mensaje de esperanza.
“Aprovechen el momento presente porque estos tiempos son malos” (Ef 5,16) ¿Qué circunstancias estaban viviendo los efesios que llevaron al autor de la carta a hacerles una recomendación y a la vez una definición de los tiempos?.
Antes del calificativo que da al tiempo, el autor invita a aprovecharlo. Esto es, aunque los tiempos no sean tan buenos, él ve una oportunidad que no hay que dejar pasar.
Hasta la sabiduría popular de cada cultura tiene frases o dichos que denotan una enseñanza. Por ejemplo: “Al mal tiempo, buena cara”, “Si la vida te da limones, haz limonada o tráete el tequila”, “Si te lanzan piedras, construye”. ¿Y qué tal este en inglés?, “Every cloud has a silver lining”... “no hay mal que por bien no venga”, y tantos otros dichos o refranes más.
De modo que en vez de estarse quejando o culpando a otros, o a sí mismo, o peor, deprimiéndose, hay que aprovechar al máximo el tiempo y descubrir las oportunidades que están por ahí.
Esto, aunque se tenga que pasar a veces por quebradas oscuras, no se debe temer ningún mal. Ya que por encima de todo está Dios, con su vara y su bastón, y al verlas hay que avanzar sin miedo (Sal 23, 4).
Si lo que angustia tiene solución, trabájese en ella. Si no, déjese en el mar de la misericordia de Dios. Hágase lo posible, lo imposible que lo haga Dios.
Y tener presente siempre que cuando las puertas del mundo se cierren, o parezcan cerrarse, queda abierta, inmensamente abierta, la puerta de la infinita misericordia de Dios.
El padre Gabriel Carvajal Salazar es coordinador del Ministerio Hispano del Vicariato de Albemarle.