“No ruego solo por estos, sino también por todos aquellos que creerán en mí por tu palabra. Que todos sean uno, como tú, Padre estás en mí y yo en tí. Que ellos también estén en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado” (Jn. 17: 20-21).
Todos en un momento u otro caemos en la tentación de criticar lo que llamamos el mundo, o las cosas del mundo en el que vivimos y olvidamos que ha sido creado por Dios para nosotros (Gen. 1). Olvidamos en ese momento de tentación que ese mundo, del que muchas veces no creemos ser parte, es al que nosotros hemos sido enviados a trabajar (Mt. 9, 37).
En estos tiempos de pandemia, elecciones, violencia, miedo, duelos e incertidumbre, vale la pena recordar cuál es la vocación del ser humano, que es amar, pues hemos sido creados a imagen y semejanza de Dios y Dios es Amor (1Jn. 4, 8).
Jesús Nuestro Señor nos recuerda cada día quienes somos, a lo que estamos llamados y lo que se espera de nosotros. “Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, pues ellos serán saciados. Bienaventurados los misericordiosos, pues ellos recibirán misericordia” (Mt. 5: 6-7).
Somos hijos de Dios por nuestro Bautismo, miembros del cuerpo de Cristo a través de su Iglesia nacida en Pentecostés por el Espíritu Santo (Hch. 2). La palabra nos recuerda quienes son integrantes de la familia de Jesús: “tomen a cualquiera que cumpla la voluntad de mi Padre de los Cielos, y ese para mí es un hermano, una hermana o una madre” (Mt. 12: 49-50).
Entonces, ¿cómo ser los mejores viñadores que podemos ser? Las obras de misericordia espirituales y corporales nos dan muy buenas ideas de cómo ser buenos trabajadores de esta viña.
Este es un tiempo de gracia en que se nos da la oportunidad de poner en práctica la cultura del encuentro, aquella a la que nos llama el Papa Francisco en Evangelii Gaudium # 24. Claro, aplicando las normas de higiene recomendadas: cubreboca, distancia social, encuentros por zoom, etc.
Hermanos, hermanas, ¡no hay tiempo que perder! San Pablo nos lo recuerda: “Aprovechen el momento presente, porque estos tiempos son malos. Por tanto, no sean irresponsables, sino traten de comprender cuál es la voluntad del Señor” (Efe. 5: 16-17).
¡Este es nuestro momento! Somos bautizados católicos llamados a la comunión, a dar testimonio de Cristo, a hacer Iglesia, a ser signos de Gracia y no de culpa. Por eso, antes que liberales o conservadores, documentados o no, enfermos o sanos, pobres o ricos, nuestra misión en esta oración de Jesús es ser uno en Él.
Recordemos todos por lo que seremos juzgados: lee Mt 25, 31-46. Tal vez nos tomará toda la vida y toda la vida puede ser un día, un mes, un año más, solo Dios sabe; pero con la Fortaleza del Espíritu de Dios, el alimento de la Eucaristía, las oraciones de la comunidad y nuestro granito de arena, se cumplirá esta palabra de Jesús en San Juan 17.
Ánimo. Con Cristo y María se puede.
Eduardo Bernal es coordinador del Ministerio Hispano del Vicariato de Charlotte.