Dice la Primera Carta a los Tesalonicenses 5:18: “Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús”.
Dios quiere que demos gracias en todo. Hay que ser agradecidos, especialmente por nuestra salvación en Cristo Jesús. En Romanos 7:25 leemos: “Gracias doy a Dios, por Jesucristo Señor nuestro”.
Cuando somos agradecidos el Señor se regocija con nuestra vida, Dios quiere que seamos agradecidos todo el tiempo, en todas las cosas. Así que, si hemos sido redimidos por Cristo, llenos del Espíritu Santo, sumisos y quebrantados, sólo nos queda una cosa por hacer en obediencia a la voluntad de Dios, dar gracias.
Una actitud de agradecimiento nos permite tratar con quienes nos hacen mal diciendo como José: “Vosotros pensásteis mal contra mí, más Dios lo encaminó hacia el bien” (Génesis 50:20).
Quienes son agradecidos ven la mano providencial de Dios en todas partes y dan gracias a Dios por la paz, la justicia, el amor, aún en momentos difíciles, en tiempos de tribulación. Debemos ser agradecidos por todo lo que Dios nos da, tanto en los problemas como en los momentos buenos.
Dar gracias a Dios trae grandes bendiciones. Si cultivamos un corazón agradecido, resolverá muchos de nuestros problemas. Dar gracias a Dios y alabarlo nos ayuda a evitar enfrascarnos en nuestros problemas, encerrarnos en ellos y fracasar, lo que nos puede conducir fácilmente no solo a lamentarnos, sino a culpar a Dios por la situación. Dios quiere que seamos agradecidos en todo porque la gratitud es la máxima expresión de un corazón regenerado. La ingratitud puede infectar y destruir una iglesia, un matrimonio, una familia y un hogar, una relación amorosa con Dios.
“Por nada estéis afanosos; antes bien, en todo, mediante oración y súplica con acción de gracias, sean dadas a conocer vuestras peticiones delante de Dios. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestras mentes en Cristo Jesús” (Filipenses 4: 6 – 7).
En estos momentos, en los que vivimos afectados por la pandemia, nos podemos sentir nerviosos, inseguros, agitados, derrotados, y podemos llegar a pensar que es un castigo de Dios, algo malo que nos quiere hacer el hombre, el mundo, los científicos, los políticos, etc.
Si nos detenemos a mirar el problema solo desde esta óptica la vamos a pasar muy mal y lo haremos sentir también a nuestras familias y a las personas que están a nuestro alrededor.
Tenemos que detenernos y pensar que hay un Dios que todo lo puede, que hace lo que los hombres no pueden hacer, que nos quiere, que nos cuida; por lo tanto, es a Él a quien debemos acudir, alabándolo, bendiciéndolo y dándole gracias por todos los beneficios que recibimos de su infinita bondad todos los días.
Sabemos que el Señor se compadece de nosotros, y esa compasión no tiene precio, esa compasión se agradece desde un corazón contrito, desde una profunda actitud humilde, reconociéndonos pecadores y confiados en la misericordia divina. Debemos, entonces, ser agradecidos y el Señor cuidará de nosotros.
Hoy escuchamos y vemos muchas propuestas y acciones para erradicar el virus, pero pocas invitaciones a hacer jornadas de oración, de petición al Señor por el término de la infección (solo vienen de parte de la Iglesia) y de acción de gracias porque nos mantiene vivos, lo mismo que por los enfermos para que los sane corporal y espiritualmente, y por los que han partido para que los tenga en la Paz Eterna.
Hermanos, demos gracias a Dios.
Amén.
El Diacono Dario Garcia es coordinador del Ministerio Hispano del Vicariato de Hickory.