Hoy se han reunido para ofrecerme una despedida. Tengo que aclarar algunas cosas, pues alguna gente piensa que me voy porque quiero.
Pero quiero ser claro. Yo sí he pedido ir a una nueva misión. Y no es porque no quiero a la parroquia Nuestra Señora de Guadalupe.
Yo he dicho esto en muchos lugares, y últimamente también cuando compartí dos noches con grupos de la parroquia. He dicho con claridad que una vez fui yo el responsable de la Congregación de la Misión en el mundo entero. Visité, y a veces en más de una ocasión, a nuestros padres y a Las Hijas de la Caridad en más de 93 países. Y sin duda no he estado en ninguna parroquia tan activa como esta parroquia.
Y no es simplemente ser activo, pues esto tampoco es suficiente. La actividad debe tener una base. Y en nuestra parroquia la actividad va a continuar porque la base es firme. La base es nuestra fe en Nuestro Señor Jesucristo y la capacidad de abrir nuestros corazones a esa gracia que Él nos da para ir motivándonos a ir hacia los demás.
Yo me voy edificado por la generosidad de esta comunidad. Pero voy a una situación donde la necesidad es grande por la falta de sacerdotes.
Primeramente había ofrecido ir a Alaska, porque inicié esa misión cuando era superior general debido a que los obispos decían que había entre 30 mil y 50 mil latinos que no tenían sacerdotes. Entonces, para responder, desde nuestro carisma vicentino, a las necesidades espirituales de la gente y acompañarlos en sus necesidades físicas, materiales, por allá iba yo, por la gran necesidad que existía.
Pero luego, como ya comenté, descubrí una gran necesidad en la República de Panamá, donde antes había trabajado hace 21 años con gran alegría porque estuvimos recibiendo vocaciones para el sacerdocio.
Pero últimamente hemos tenido varias crisis. Sacerdotes de la misión han fallecido, otro ha quedado inválido por el COVID, y otros jóvenes, que han perdido este celo de querer servir al Señor, han salido.
Entonces sentí que hay una necesidad grande.
Necesidad aquí sí hay, sin duda, pero con la base que tenemos aquí, entre los que están llamados a servir, los que desean servir más y junto a los sacerdotes, podemos responder y continuar respondiendo con generosidad. Y Dios va a bendecir esta parroquia siempre.
Entonces, lo que yo he deseado en mi tiempo aquí, es tener esta capacidad de decir a las personas que había encontrado, ¡levántate, vive tu fe!, ¡sin miedo!, con confianza en nosotros mismos, abiertos a los dones que Dios nos ha dado a todos.
Somos una Iglesia donde todos los bautizados estamos llamados a cumplir la misión de Jesucristo. Vamos a seguir haciendo esto, levantándonos, alabando al Señor.
Una de las responsabilidades que nosotros los sacerdotes de la comunidad, junto con los líderes preparados para educarnos en la fe, es de ir precisamente ofreciendo una línea de acción para ayudarnos a todos a vivir, animándonos a confiar primero en nosotros mismos para podernos levantar de nuestras situaciones, precarias a veces, y luego movernos hacia adelante, a la vida.
Y, si en estos cinco años he llevado a personas no a la vida, sino a sentir la muerte, les pido que me perdonen y recen por mí.
El Padre Gregorio Gay, CM, ex pastor de la parroquia Nuestra Señora de Guadalupe, ha sido transferido por la orden vicentina a la República de Panamá. Este es un extracto, publicado con su autorización, de su homilía pronunciada en su Misa de despedida.