Cantar es orar dos veces, dice la conocida frase atribuída a San Agustín. Y, aprovechando su festividad este 28 de agosto, reflexionamos sobre esta frase que nos ha animado, guiado a través de los siglos, y que nos alienta a todos los que de alguna manera estamos sirviendo durante la Misa a dar y orar lo mejor que podemos en el canto que se eleva hasta el cielo en nuestra iglesias.
La Iglesia desde sus inicios ha tenido en alta estima el canto. Ya San Pablo recomendaba a los fieles que esperaban la venida del Señor, a que cantaran juntos salmos, himnos y cánticos inspirados (Col 3:16), y a que todo lo que pudieran hacer, hacerlo en el nombre de Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de Él (Col 3:17).
Con frecuencia escuchamos que hay que tocar música alegre, música que se sienta. Sin embargo, debemos tener muy en cuenta que la música sagrada tiene importancia dentro de la liturgia. No se trata que la música se sienta, sino que la música nos ayude a encontrar esa paz y unión con Jesucristo Eucaristía, Jesucristo comunión.
Aprender música es relativamente fácil, lo difícil es comprometerse a ejecutar lo que por herencia eclesial se nos ha dejado. Para hacerlo, tenemos que salir de nuestra zona de comodidad y estudiar lo mejor que podamos para comprometernos a tocar la música que fue compuesta exclusivamente para lo sagrado.
Hoy en día existen muchos y variados ritmos, así como canciones y cantos, pero si decimos que “cantar es orar dos veces”, normalmente cuánto tiempo le aplicamos a la preparación de esa oración, de ese canto. Todos los ministerios de música estamos llamados a aplicarle tiempo a la preparación del canto, para que tratemos de discernir, analizar, filtrar lo que se puede o no tocar.
No se trata de tocar música “alegre”, se trata de preparar tu oración, tu canto. El Concilio Vaticano II enseña que los fines de la liturgia son la glorificación de Dios y la santificación de los fieles. Y, que para lograr su plena eficacia es necesaria la participación plena, conciente y activa de los fieles. Por ello estableció que se fomentaran las aclamaciones del pueblo, las respuestas, la salmodia, las antífonas y los cantos.
Por eso es importante que los ministerios de coros, sobre todo los que de alguna manera dirigen, se esfuercen en comunicarse con los fieles mediante las prácticas de los cantos antes de la Santa Misa. En este momento todo es importante, llegar a tiempo, la buena planeación de la celebración, el aprender técnicas de comunicación con la asamblea y sobre todo saber un poco de musicalidad.
“Cantar es orar dos veces”. Si, pero los músicos en la liturgia estamos llamados a algo más, a dar no el 80 por ciento o el 90 por ciento, estamos llamados a darlo todo: el 200 por ciento, a prepararnos, a seguir estudiando o buscando asesoría en la música sacra, y ¿por qué no?, a aprender nuevos instrumentos, como el órgano.
Por eso quisiera invitarlos a promover un encuentro de Coros o Ministerios de Música dentro de nuestra Diócesis, para conocernos y ayudarnos a crecer y mejorar un poco en nuestra participación dentro de la Liturgia. Contacta a tu coordinador de Vicariato para que podamos darle forma a este encuentro en el futuro.
Sergio López es coordinador del Ministerio Hispano del Vicariato de Winston-Salem.