Queridos hermanos en Cristo,
Gracia y paz a todos ustedes en este nuevo año que estamos comenzando. Pidámosle a Dios que venga cargado de muchas bendiciones para todas nuestras familias y también para nuestras parroquias.
Se que, siguiendo nuestras tradiciones familiares, han pasado una hermosa noche, disfrutando de la familia, de los buenos alimentos que sabemos preparar, de las historias que nos encantan recordar, de las sonrisas de los niños que nos acompañan y de todo el caos que como familias podemos realizar. Pero eso es lo más hermoso que nos distingue a la familia hispana y que nunca debemos perder, el sentido de pertenencia a una familia.
Me encanta ver que aquí, en Estados Unidos, ponemos en práctica el famoso dicho: ¡Mi casa es tu casa! Y gente de muchas nacionalidades abren sus puertas a otras familias o personas solas y las adoptan para que pasen un maravilloso fin de año. Esos gestos de hermandad debemos mantenerlos y celebrarlos.
Este año fue muy diferente que el año pasado, pudimos hacer lo que no hicimos el año pasado, es decir darnos abrazos a la medianoche, celebrar con alegría y gritar fuertemente Feliz Año Nuevo, mientras corrían las lágrimas por nuestros ojos recordando todo lo maravilloso que es nuestro Buen Dios por tenernos aquí en este mundo, y recordando también con tristeza a muchos de nuestros hermanos que se fueron con el azote de la pandemia, pero siempre anclados en la esperanza de que los veremos resucitar con Cristo.
Es aquí donde quiero animarlos a todos ustedes, mis queridos hermanos, a que tomemos el tiempo para ser agradecidos y darle las gracias apropiadas a nuestro buen Dios, que nos ama tanto y quiere nuestra felicidad. Ojalá que podamos participar de las Misas ofrecidas, que es el mejor modo de darle gracias a Dios.
Quiero decirles que este año viene lleno de muchas bendiciones para nuestra diócesis, desde la celebración del 50 Aniversario que comenzaremos este próximo 12 de enero, así como todo el proceso sinodal que vamos a hacer para poder crecer en nuestro diálogo como Iglesia, y también la reflexión teológica que los
Obispos de Estados Unidos nos están pidiendo para profundizar en el amor a la Eucaristía.
Llenemos nuestros días de este año de mucha esperanza, confiando siempre y teniendo el entusiasmo espiritual de hacer algo bello de nuestros días. ¡Que los pesimismos salgan de nuestras vidas y demos lugar a una actitud positiva que nos lance a realizar grandes cosas en nuestra vida!
Bendiciones para todos.
El Padre Julio Dominguez es el Vicario Episcopal del Ministerio Hispano de la Diócesis de Charlotte.