Queridos hermanos, con la celebración del Domingo de Ramos damos inicio a la Semana Santa. Quiero ir mostrando las maravillas de lo que celebramos para que podamos vivir este tiempo ampliamente y, sobre todo, fructuosamente.
El Domingo de Ramos es una celebración muy emotiva pues marca el inicio de la pasión del Señor. El Señor sabe que tiene que subir a Jerusalén para ser crucificado, de acuerdo a la voluntad de su Padre y predicho por los profetas.
Estamos ante este momento decisivo y misterioso. Si escuchamos con atención el recuento, son los niños los que empiezan a conmemorar la entrada triunfal de Jesús, y de allí toda la multitud empieza a celebrar con alegría.
Para nosotros como Cristianos, conmemoramos ese día y volvemos a tomar nuestro ramo de palma para acompañar al Señor en esta semana y vivir las fiestas anuales de la Pascua con mucha alegría.
Recordemos que la Semana Santa es, como su nombre lo dice, una semana consagrada al Señor. Tenemos que ser muy exquisitos en poner nuestro mejor empeño para vivirla plenamente a través de nuestra participación en las celebraciones y también con nuestras oraciones, sacrificios, abstinencias.
En todas las diócesis del mundo en esta semana se realiza la Misa Crismal, en donde se bendicen los óleos sagrados que serán usados para los sacramentos.
En este día, todos los sacerdotes renuevan sus promesas de servir a Dios y al pueblo de Dios.
El Jueves Santo, conmemoramos con gran alegría tres cosas extraordinarias: la primera, la institución de la Eucaristía en donde el Señor se queda con nosotros para ser el Pan de Vida para nuestras almas.
La segunda, que Cristo instituye a los primeros sacerdotes, dejando en sus manos el divino misterio eucarístico y el cuidado paternal de las almas.
Por último, Jesús llama a todos sus discípulos, hombres y mujeres de toda raza, pueblo y nación a vivir el mandamiento nuevo del amor.
En este día, después de la Santa Misa, se queda el Santísimo expuesto hasta la medianoche para que todos vayamos a adorarlo y darle las gracias por tan admirable sacramento.
El Viernes Santo nos unimos a Jesucristo para vivir con Él su Pasión.
Es importante que todos los cristianos del mundo asistamos a la conmemoración, pues al escuchar todo el recuento de la Pasión y recordar lo que hizo en el leño de la Cruz, evocaremos esos sentimientos de pertenencia a Cristo que nos ayudarán a vivir mejor nuestra vida Cristiana.
Después del Rito de la Pasión del Señor, la Iglesia entra en ese momento de silencio en el que se espera la Resurrección de Cristo.
Antiguamente había una noble y hermosa costumbre entre los cristianos que sería bueno recuperar ahora. Es decir, no nos era permitido andar con ninguna clase de ruidos innecesarios como sería la música o la televisión, sino aguardar en la oración y el sacrificio el momento de la Resurrección del Señor. Siempre con un noble sentido, acompañar al Señor.
El sábado por la tarde/noche, toda la Iglesia se pone en expectación pues estamos por celebrar el acontecimiento más extraordinario y grande que ha sucedido en el mundo: ¡Jesucristo ha Resucitado! Todos los fieles cristianos deberían asistir a la Vigilia Pascual y celebrar con alegría tan maravilloso acontecimiento.
Celebramos nuestra propia resurrección, pues el Señor nos ha mostrado que, aunque tuvo que pasar por la muerte, ahora, destruyendo el poder de la muerte, nos brinda a todos la resurrección.
Desde esa celebración tan hermosa, la Iglesia inaugura solemnemente el tiempo Pascual e invita a todos los cristianos del mundo entero a vivir llenos de alegría este momento.
Que Dios nos conceda a todos nosotros, vivir con mucho entusiasmo esta Semana Santa, de la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo.
Que Dios les bendiga.
El Padre Julio DomÍnguez es Vicario Apostólico del Ministerio Hispano de la Diócesis de Charlotte.