En la narrativa de las bienaventuranzas, el Evangelio de San Mateo tiene un relato diferente, dice “bienaventurados los pobres de espíritu” (Mateo 5:3). Lo que quiere decir Mateo es que también hay salvación para los ricos, aunque el Evangelio de San Lucas habla muy directo en este punto. Son teologías diferentes y no necesariamente contradictorias.
Al leer el Evangelio de San Lucas resuena el discurso de los profetas en el Antiguo Testamento, cuando llaman al pueblo al arrepentimiento y a volverse a Dios obrando con justicia.
Si estamos familiarizados con este mensaje social de los profetas, se nos hace fácil entender el mensaje del Evangelio de San Lucas.
Dios está intrínsecamente interesado en las condiciones de nuestras vidas, en la situación, en la existencia y en el bienestar del ser humano.
Y eso lo hace notar en su mensaje de los profetas y San Lucas. A este Evangelio podemos llamarlo de la compasión, de los pobres, social, de la reconciliación, porque en él hay un llamado constante a ponerse en diálogo.
Así lo notamos en la primera bienaventuranza del Evangelio de San Lucas: “Dichosos ustedes los pobres”. Lo dice así nada más, a secas, como decimos ahora “sin filtro”.
Y a través del Evangelio podemos ver como Jesús está siempre mostrando su compasión y manifestándola especialmente por los pobres, por los que más sufren, por los marginados, por los destituidos.
Para San Lucas es una de las características más sobresalientes. Podemos hablar de la parábola de Lázaro y el hombre rico, donde resalta la indiferencia del hombre rico hacia Lázaro y hace notar que ese es el problema (Lucas 19:31).
Hay una línea que para San Lucas no se cruza: la indiferencia. Ese es su mensaje, no podemos ser indiferentes ante el sufrimiento de los demás.
Lucas es muy fuerte, muy firme en esto: no podemos decir que somos cristianos y ser indiferentes al sufrimiento de otros.
Entonces, ¿qué podemos hacer para llegar a ser mejores cristianos? Ir concientizándonos más sobre las necesidades de los demás. Conocer quiénes son los marginados en nuestra comunidad, las personas más necesitadas. Y siempre, por más pequeños e insignificantes que nos sintamos, la generosidad es algo que se nos ha dado a todos.
Hay una frase que se usa en mi pueblo, “¿cuántos van a venir?, para saber cuánta agua hay que ponerle a los frijoles”.
¿Cómo entonces podemos vivir esa generosidad y solidaridad a la que nos llama el Evangelio de San Lucas? Porque esto es por lo que Jesús vino y considera más importante y valioso.
Por último, hemos visto en las noticias estos acontecimientos deplorables y muy tristes de la Iglesia siendo perseguida y que me recuerda, en este mismo pasaje de las bienaventuranzas, “Bienaventurados sean ustedes cuando los hombres los aborrezcan, cuando los aparten de sí, los colmen de insultos y desechen su nombre como malo, por causa del Hijo del Hombre. Alégrense en ese día y salten de gozo, porque su recompensa es grande en el cielo, pues sus padres trataban de la misma manera a los antiguos profetas” (Lucas 6:22-23).
Creemos que la Iglesia estará aquí presente hasta el final de los tiempos. Cuando todo esto pase en Nicaragua, entonces veremos el recuento de los daños y sabremos cuántos sacerdotes, obispos y laicos, hombres y mujeres, han permanecido fieles a este llamado de obrar y luchar por la justicia y denunciar la injusticia.
Pongamos en nuestras oraciones a la Iglesia en Nicaragua.
El Padre Hugo MedellÍn es vicario parroquial de la Iglesia Nuestra Señora de Guadalupe en Charlotte.