Estimados hermanos y hermanas en Cristo, permítanme compartir con ustedes algunos pensamientos que cada vez se hacen más reincidentes, a tal punto que se los tengo que decir. Corríjanme si estoy equivocado.
Desde la antigüedad el ser humano ha sido nómada (inmigrante), y poco a poco se fue volviendo sedentario (estableciéndose en lugares fijos) hasta formar comunidades, grandes ciudades y civilizaciones. Y sin darnos cuenta la historia continúa con nosotros.
En algunos casos, en nuestros mismos lugares de origen hemos emigrado de un lugar a otro. Por ejemplo, mis primeros hermanos, papás, abuelos, bisabuelos originarios del centro de México tuvimos que emigrar en la década de los sesenta al sur del país. Y en los noventa, dejando atrás nuestros difuntos, emigramos a los Estados Unidos, donde nos encontramos hasta el presente. Y aún el espíritu inmigrante no nos abandona.
“When in Rome, do what the Romans do”.
Me encantan los dichos, de ahí que algunos de mis allegados me llamen “el padre dichoso”. Sin embargo, hay algunos dichos que no hay que tomarlos al pie de la letra, como el antes mencionado, el que para nosotros sería: “A la tierra donde fueres hazle como vieres”.
¡Cuidado, mucho cuidado! Esto se refiere al aspecto positivo, a todo lo bueno que se encuentra en la cultura del lugar donde se llega. Dígase por ejemplo, la celebración de “Thanksgiving”. Pero, cuidado con lo negativo y malas costumbres que atentan contra la dignidad de la persona y la célula de la sociedad que es la familia.
Especialmente para el cristiano, el que debe ser la buena levadura metida en la masa, la sal que preserva y da sabor, la luz que ilumina y disipa las tinieblas (Mt 5, 13-14).
Pero, ¿qué está pasando?
Parece que al llegar a este país con el afán de una vida mejor y con las ansias de poseer, se van olvidando los valores, los buenos modales y con ello el tesoro de la fe. Consecuentemente, la mayoría de los papás se sienten menos capaces de transmitir la fe a sus hijos, ya que en algunos casos ellos mismos se han desconectado de la fuente sacramental donde se recibe esa fuerza, que es Jesús nuestro Señor, quien dice: “Sin mi no pueden hacer nada” (Jn 15, 5).
Recordemos hermanos que inmigrantes somos en la tierra, la patria verdadera es la celestial. (Fil 3,20). Les invito a que se acerquen a sus parroquias y les deseo una vida sacramental saludable.
El Padre Gabriel Carvajal-Salazar es párroco de la Iglesia Nuestra Señora de los Caminos en Thomasville.