Desperté muy temprano hoy, pienso que eran las 4 de la mañana, con un pensamiento muy fuerte en mi mente y en mi corazón. Le dije a mi Señor: quiero ser feliz, muy feliz, ayúdame a encontrar la verdadera felicidad.
Mi anhelo, quiero aclarar, no proviene de un trauma, ni mucho menos de un estado de insatisfacción actual, sino del deseo, de esa convicción del corazón que pide más y más y que no se agota, y que quiere ser saciado, y que lleno de alegría y entusiasmo pide que se encuentre lo que tanto busca.
Me puse a pensar en los bienes que tengo. Se me vinieron a la mente mis abuelos, mis padres, mi hermano, los miles de amigos que tengo, las cosas materiales que poseo y, sin embargo, aún con todo esto, que considero es muchísimo, (sin merecerlo) me di cuenta que mi corazón no está saciado y que busca más y más.
Me puse a pensar en las miles de personas que, al sentir esto mismo, lastimosamente van llenando sus vidas de cosas materiales. Viendo a los grandes multimillonarios que aún con todo el dinero y el poder que ya tienen están ansiosos de seguir acumulando y buscando. Y no tan solo ellos, pues aún los pobres nos aferramos a cosas en menor escala pero siempre buscando lo mismo: ser felices.
El dilema es tan fuerte y tan grande que hace que, incluso en las sociedades, aparezcan conflictos y luchas porque todos van buscando personalmente, y muchas veces egoístamente, la felicidad.
Rezando las laudes esta mañana, me vino un pensamiento hermoso que considero viene totalmente de Dios, pues me llevó inmediatamente a escribir todo esto y a ordenar mis pensamientos, y sobretodo a apaciguar mi corazón.
Me dijo, “Poséeme a mí que soy la fuente de la verdadera felicidad. Soy el que puede ser poseído sin ser totalmente exclusivo de ti. Soy el que llena sin hacerte sentir hastío de mí, soy el que te posee por completo sin quitarte tu libertad, soy el que se da por completo pero te impulsa a darlo a los demás, soy el Dios verdadero que conoce tus más grandes anhelos, el que te creó con esa ansia de poseerme y que mientras vivas jamás podrás saciarlo completamente, pues en cuanto amor soy infinito y tu corazón es finito. Amarás y amarás y seguirás amando. Experimentarás una y otra vez nuevas emociones y pasiones y no podrás saciarte. Querrás buscarme más y más y, aunque tendrás la sensación de encontrarme, nunca podrás decir que ya me posees del todo, sino que ese mismo sentimiento te dará más entusiasmo para seguir queriendo amar y amar hasta el infinito”.
“No te preocupes hijo mío, no es que estés enloqueciendo, no es que sea solo un juego de palabras. Debes de entender que así te hice y tú corazón no descansará hasta que me encuentre a mí totalmente en la eternidad. Sólo el que persevere hasta el fin se salvará, allí en el cielo. A los campeones que buscaron la verdadera felicidad les daré el abrazo eterno que tanto desearon y serán completamente satisfechos, y no necesitarán ya de buscar más pues en mí encontrarán completamente lo que en su corazón estaban ya buscando”.
Y le dije a mi Señor, “Señor, ¿puedo decir que soy feliz aquí en este mundo?” Y bellamente me respondió, “Haz la prueba y verás que bueno es el Señor”.
Búscalo hoy, búscalo siempre.
El Padre Julio DomÍnguez es Vicario Episcopal del Ministerio Hispano de la Diócesis de Charlotte.