Durante Halloween, la vigilia de la fiesta de Todos los Santos, no podemos caminar más de 10 pies en un centro comercial sin ver a las personas usando distintas máscaras y disfraces.
Creo que este es un momento apropiado para examinar las “máscaras” que todos nosotros tenemos y utilizamos cuando nos sentimos inseguros, cuando queremos ser más de lo que vemos en el espejo, cuando intentamos proyectar una falsa apariencia y esconder nuestras debilidades para alcanzar un propósito.
Las utilizamos muchas veces por miedo, para no ser juzgados, para no ser rechazados y en ocasiones nuestra vida termina siendo una mentira.
Pensamos que en nuestra vida las “máscaras” son necesarias y necesitamos esa protección que nos brinda, como cuando ostentamos un falso orgullo, superioridad.
Hoy, especialmente para los jóvenes, es difícil quitarse las máscaras y confiar. La vida sin máscaras nos puede hacer frágiles en nuestra relación con otras personas.
Pero, esta es la realidad de nuestra vida y tener miedo no es una buena razón para intentar algo que nos traerá muchos beneficios.
Es importante que dejemos las máscaras de lado, que tratemos de ser honestos con nosotros mismos y hoy separaremos un tiempo de silencio, de reflexión, con música de fondo, velas, luces bajas, lo que mejor te funcione, para llegar al encuentro de nuestro propio ser.
Lo primero es reconocer y encontrar las “máscaras” que utilizamos en nuestra vida de trabajo, en la escuela, con los amigos, con mi familia, en la calle, etc.
Después de reconocer y nombrar las máscaras que empleamos para enfrentar la realidad, nos quedará claro que no somos transparentes, que estamos escondiendo algo a los demás. Y ya sabemos quien trabaja en la oscuridad. Y no es Dios quien está actuando en ello.
Esta tarea, dependiendo de nuestra vida y experiencias, nos puede tomar incluso varios días.
Cuando la termines, cierra los ojos e imagínate que Dios está frente a ti, como si fuera tu espejo, amándote tal cual eres, queriéndote como tú eres, sin máscaras.
Es importante reconocer que Dios nos ama tal cual somos, sin máscaras, porque nada puedo esconder al Señor,
En mi experiencia, he visto que esta reflexión puede transformar tu vida. Te permitirá amar y ser amado por un Dios que te quiere tal como eres.
La hermana Joan Pearson es asistente del Vicario Episcopal del Ministerio Hispano de la Diócesis de Charlotte.