Queridos Hermanos en Cristo, estamos por comenzar un tiempo litúrgico que personalmente me gusta muchísimo, pues me da la oportunidad de ponerme delante de Dios, revisarme delante de Él, ver mi caminar por este mundo y preguntarme si realmente estoy en el camino a la Patria Eterna o me he desviado de los caminos del Señor. Me refiero al maravilloso tiempo de Cuaresma.
La Cuaresma, como bien sabemos, es un tiempo litúrgico que nos invita a la conversión. La Iglesia pone este tiempo en el calendario para podernos preparar para la Pascua y tenemos que tomarlo con mucha seriedad y darle un sentido de ofrecimiento y entrega al Señor.
La Santa Cuaresma tiene un tiempo de duración de 40 días, comenzando el Miércoles de Ceniza y terminando con la Cena del Señor en el Jueves Santo. Durante estos 40 días, todo fiel cristiano se compromete a caminar en las vías del Señor, buscando su crecimiento en el conocimiento de la Palabra de Dios y sobre todo en la vivencia de la caridad.
Hace algunos días, una persona me preguntaba por cuál sería mi ofrecimiento en esta Cuaresma, y le respondí lo que ya tenía planeado hacer, es decir, dejar de comer carne durante toda la Cuaresma, pues sé que no es fácil para mí y además siento que mi salud lo necesita. Pero fuera de lo que podemos hacer o no hacer, dejar o no dejar, la gran pregunta es: ¿mi sacrificio, lo cual yo quiero ofrecerle al Señor, ayudará a incrementar mi amor a Dios y al prójimo? Porque es precisamente ese punto el que nos pide el Señor, es decir, que crezcamos en la caridad, que imitemos mejor el ejemplo de Cristo y que nos lancemos a una vida más santa.
Si la Cuaresma la empezamos con un buen plan de vida, podremos sacar muchos beneficios de ella. Lo primero que debo de pensar es: es tiempo de preparación, por lo tanto, tengo que prepararme. Una buena manera es escuchando a Dios, y eso lo haremos leyendo las lecturas de la Misa diariamente, ya con esto estaremos en comunicación y escucha de lo que el Padre quiere de nosotros. Lo siguiente es prepararme para un buen examen de conciencia, pues en todas nuestras parroquias habrá servicios penitenciales. Por lo tanto, con seriedad, sobre todo en una visita al Santísimo Sacramento, haré una examinación de mi vida para pedirle perdón a Dios. Otra de las cosas que puedo hacer es un buen retiro espiritual que me ayude a ver puntos que no había visto en mi vida, y que me de pauta para volver a Dios. No se me puede olvidar las obras de misericordia, tanto los materiales como las espirituales, es decir buscar a mi prójimo mas necesitado y ayudarlo en sus necesidades materiales y espirituales. Pienso que la mejor manera de vivir la cuaresma es examinar los ambientes en donde nos movemos y vivimos. Tal vez una reconciliación en casa con mi familia para que reine la fragancia de Cristo en nuestros hogares.
Renovándonos nosotros, ayudamos a que la Iglesia Universal se renueve. Ayudemos a que esto pase.
¿Estás listo(a) para dar lo mejor de tí en esta Cuaresma? ¡Unámonos en este tiempo y animémonos unos a otros!
El padre Julio DomÍnguez es Vicario Episcopal del Ministerio Hispano de la Diócesis de Charlotte.