Antes que nada quiero darles mis más cordiales saludos y desearles que vivamos más profundamente este tiempo tan hermoso que llamamos Cuaresma, que debe ser como un retiro colectivo de cuarenta días en los que la Iglesia, proponiéndonos vivir el ejemplo de Cristo en su retiro al desierto, nos prepare con la purificación del corazón, una práctica perfecta de la vida cristiana y una actitud penitencial, a la celebración de las solemnidades pascuales.
Explico un poco la penitencia, traducción latina de la palabra griega ‘Metanoia’, que en la Biblia significa la conversión (literalmente el cambio de espíritu) del pecador.
Designa todo un conjunto de actos interiores y exteriores dirigidos a la reparación del pecado cometido, y el estado de cosas que resulta de ello para el pecador.
Literalmente ‘cambio’ y, en pocas palabras, es un acto del pecador que vuelve a Dios después de haber estado alejado de Él, dejando ciertas actitudes que lo alejaron de su Amor.
En su inicio, la liturgia nos propone revisar como está nuestra oración, ayuno y caridad, pudiéramos decir los pilares donde se sostiene nuestra conversión interior, un cambio de vida.
Ya comenzamos con el Miércoles de Ceniza. Asistimos a Misa con un espíritu de compromiso, con el propósito de vivir profundamente el arrepentimiento, de cambio a una vida que agrade a Dios. Como dijo una de las frases de la imposición, “arrepiéntete y cree en el Evangelio”.
Quiero cerrar con una invitación. Sería bueno tomarse muy en serio este tiempo de Cuaresma, un tiempo de hacer un alto en nuestras vidas y revisar qué estamos haciendo mal, ver nuestras debilidades, aquello que no nos deja avanzar hacia Dios.
Por eso hay que vivir los ayunos, las abstinencias, mucha oración para poder discernir. No con el propósito de que los demás nos vean o nos aplaudan. La Cuaresma se vive en secreto, porque nuestro Padre que esta en lo secreto nos dará la recompensa.
En este tiempo, no perdamos de vista al crucificado y vayamos a morir con Él al Calvario para después unirnos al canto de victoria ¡El Señor ha Resucitado! siendo nuestra alegría y nuestro gozo.
El Diácono Enedino Aquino es coordinador del Ministerio Hispano del Vicariato de Greensboro.