Sin duda alguna, para mí, la mejor época del año es el Adviento. Desde que estaba pequeño en El Salvador, país donde nací, esta época era algo muy especial.
A fines de octubre terminaban las clases en todas las escuelas, noviembre era el primer mes de vacaciones. Y cuando entraba el primer Domingo de Adviento a finales de noviembre o principios de diciembre, el ambiente se transformaba en un gran entorno de espera para la gran fiesta, la Natividad de nuestro Señor Jesucristo.
Todo era un verdadero ambiente de navidad, luces, música, pero especialmente empezábamos a contar los días faltantes para la gran festividad, y era como que no nos aguantábamos que llegara. Era como una especie de alegría en la espera, y cada día que pasaba esa alegría se intensificaba.
El Adviento empieza cuatro domingos antes de diciembre 25. También podríamos decir que empieza el siguiente domingo después de la celebración de la festividad del Apóstol Andrés que se celebra el 27 de noviembre.
La palabra adviento viene del latín ‘Adventus’, que significa llegar. En nuestro calendario litúrgico, es un periodo de preparación para la celebración del nacimiento de Jesucristo en navidad, pero también es periodo de preparación para la segunda venida de Cristo.
El Adviento es tiempo de esperanza. Es como preparar nuestra casa para recibir una visita muy especial y que esa visita se sienta bien acogida. Esa visita es Jesús, a quien hemos estado esperando.
Es tradicional celebrar el Adviento con una corona de cuatro velas alrededor y una al centro. Tres moradas, una rosada y una blanca.
Cada Domingo de Adviento se prende una morada con excepción del tercer domingo que es cuando se prende la rosada. Este tercer domingo también es llamado Gaudete, que significa regocijo, alegría, porque el niño está por nacer. En la navidad se prende la última vela, la de color blanco, y es colocada en el centro de la corona.
Recuerda que el Adviento no es un tiempo de carreras, compras, estrés y más compras. Es acerca de espera, meditación y oración. Y si para el 25 de diciembre estás enfermo y cansado de la Navidad es porque no has vivido el Adviento correctamente, y esa visita especial no llegó a tu hogar.
En conclusión, celebrar el Adviento es dejarnos modelar interiormente por la presencia del Espíritu Santo.
Es mi deseo y oración que este Adviento lo vivamos llenos de esperanza de que un día estaremos en presencia del Señor.
Diácono Sigfrido Della Valle es diácono y coordinador del ministerio hispano del Vicariato de Smoky Mountains.