Cuando llegan estos tiempos, no podemos evitar sentir algo especial que nos da alegría y deseos de celebrar con todos los seres queridos y nuestros hermanos y hermanas en Cristo.
Las calles comienzan a iluminarse con las decoraciones en las casas, se hacen ceremonias para encender las luces de los arbolitos de Navidad en las ciudades y pueblos, todo se viste de colores y el ambiente invernal se llena de música y la aroma de cidra de manzana y canela. Y es por la alegría de recibir al “Niño Jesús”, quien nos honra viniendo como un pequeñito pobre, hijo de Santa María y San José, quienes lo amaron y protegieron, enseñándole las Sagradas Escrituras para que todo se cumpla y luego entregar Su vida por nosotros.
Este tiempo de Adviento nos invita a celebrar y contemplar el nacimiento de Jesús en Belén. Este niño nos representa a cada uno de nosotros, Él tiene rasgos de todas las personas en el mundo: Pobre, inmigrante, perseguido, encarcelado, amolado, humillado, sacrificado; también bondadoso, trabajador, humilde, misericordioso y tantas otras cualidades como es estar lleno de Amor, pues es ahí donde incluye todo lo demás. Vino como uno de nosotros, hombre entre los hombres. Esta fue su primera venida.
El mes de diciembre está lleno de fiestas que nos recuerdan la esperanza de llegar a la Santidad y estar en el Reino en la tierra. Comenzando con fiestas de Santos como Francisco Javier, Santa Barbara, San Nicolás; la celebración de la Inmaculada Concepción de María y luego la fiesta de San Juan Diego y Nuestra Señora de Guadalupe, que se celebra desde más temprano con sus Novenas y preparaciones para la gran fiesta de nuestra Madre.
Durante el Adviento se trata de vivir en el presente de nuestra vida diaria la “presencia de Jesucristo” en nosotros en el mundo. En la oración, siendo “Contemplativos en la Acción”: Al silencio, a la meditación de la Escritura, al coloquio íntimo con Dios, escuchar, ser compasivos, tomar aliento… pero a la vez actuar, acompañar, luchar por la justicia, comprometerse con la realidad en que vivimos, con la gente, con la vida. Encontrando a Jesús en lo cotidiano, en la vida y en la muerte, en nuestro sufrimiento y en el ajeno, en nuestras escuelas, los centros de trabajo y en nuestra iglesia, en los momentos estresantes y en las horas de ocio. Acercándonos cada vez más a Dios.
Este tiempo Navideño se trata de estar atentos, ser pacientes y prepararnos para la segunda venida de Jesucristo. Entonces vendrá como Señor de todas las naciones, y premiará con el Cielo y la vida eterna sin sufrimientos a los que han creído en Él; los que hemos vivido como hijos fieles del Padre y buenos hermanos y hermanas.
La Navidad, que es la Natividad de Nuestro Señor Jesucristo; quien, como el Padre y mediante el Espíritu Santo nos trae la esperanza de volver a ver a nuestros seres queridos, a convivir en Su Reino por los siglos de los siglos y en Toda Su Gran Gloria.
Ibis Centeno es coordinadora del ministerio hispano del Vicariato de Salisbury.