CHARLOTTE — Con reverencia y solemnidad, cientos de personas se reunieron en la Catedral de San Patricio el Jueves Santo para la Misa de la Cena del Señor, mientras el Obispo Michael Martin les recordaba la importancia de servir humildemente a los demás.
El Jueves Santo marca el comienzo del Triduo Pascual, tres de los días más sagrados del año litúrgico de la Iglesia, que culminan con la celebración de la resurrección de Cristo en Pascua. Los otros dos días que componen el Triduo son el Viernes Santo y la Vigilia Pascual del Sábado Santo.
La liturgia representó un hito para el Obispo Martin, ya que celebra su primera Semana Santa desde que fue instalado como obispo en mayo de 2024.
Saludó a la congregación con una descripción de lo que hace tan especial la liturgia del Jueves Santo.
“En esta noche santa, nuestro Señor, con la mirada puesta en la plenitud de la salvación, instituyó la Eucaristía e instituyó el sacerdocio”, dijo.
La Misa estuvo acompañada por cantos e himnos solemnes y hermosos, ofrecidos por el coro de la Catedral. Nubes de incienso llenaban el aire mientras los bancos se colmaban de personas de todas las edades, desde adolescentes y familias con niños pequeños hasta parejas y personas mayores.
En su homilía, el Obispo Martin reflexionó sobre la importancia del Triduo y cómo los tres días constituyen “una celebración continua… que nos muestra la enorme belleza de las capas de nuestra vida ritual como católicos”.
Dijo que las tres lecturas de la Misa ofrecen una tríada de verdades fundamentales que reflejan la esencia del Triduo y de la Pascua. La primera lectura, del libro del Éxodo, describe cómo Dios instituyó la fiesta de la Pascua y nos recuerda que todos los seres humanos somos “esclavos del pecado”. La segunda lectura, de la carta de Pablo a los
Corintios, muestra que la salvación solo se encuentra a través de Cristo, una realidad encarnada en la Eucaristía.
Finalmente, el pasaje del Evangelio de Juan en el que Jesús lava los pies de sus discípulos, dijo el Obispo Martin, nos recuerda que nuestra misión es humillarnos para aceptar el servicio amoroso a los demás.
Después de la homilía, el Obispo Martin participó en uno de los momentos más visuales y conmovedores de la liturgia del Jueves Santo: el lavatorio de los pies, también conocido como el mandatum, que se realiza en honor al gesto de Cristo de lavar los pies de sus discípulos en la Última Cena.
Se arrodilló ante seis hombres y seis mujeres elegidos entre los feligreses de la Catedral, les lavó los pies y luego los secó con una toalla. Durante el rito, el coro entonó la emotiva antífona: “Un mandamiento nuevo les doy: que se amen los unos a los otros como yo los he amado”.
Al concluir la Misa, la congregación salió en procesión de la Catedral, siguiendo al Obispo Martin mientras llevaba el Santísimo Sacramento hasta el Altar de la Reserva en el edificio de Vida Familiar de la parroquia. Allí, muchos se arrodillaron en adoración silenciosa, mientras afuera, otros llegaban en automóvil para unirse a este tiempo solemne destinado a conmemorar la agonía de Cristo en el Huerto de Getsemaní. El Altar de la Reserva permaneció abierto para la oración hasta la medianoche.
CHARLOTTE — Con reverencia y solemnidad, cientos de personas se reunieron en la Catedral de San Patricio el Jueves Santo para la Misa de la Cena del Señor, mientras el Obispo Michael Martin les recordaba la importancia de servir humildemente a los demás.
El Jueves Santo marca el comienzo del Triduo Pascual, tres de los días más sagrados del año litúrgico de la Iglesia, que culminan con la celebración de la resurrección de Cristo en Pascua. Los otros dos días que componen el Triduo son el Viernes Santo y la Vigilia Pascual del Sábado Santo.
La liturgia representó un hito para el Obispo Martin, ya que celebra su primera Semana Santa desde que fue instalado como obispo en mayo de 2024.
Saludó a la congregación con una descripción de lo que hace tan especial la liturgia del Jueves Santo.
“En esta noche santa, nuestro Señor, con la mirada puesta en la plenitud de la salvación, instituyó la Eucaristía e instituyó el sacerdocio”, dijo.
La Misa estuvo acompañada por cantos e himnos solemnes y hermosos, ofrecidos por el coro de la Catedral. Nubes de incienso llenaban el aire mientras los bancos se colmaban de personas de todas las edades, desde adolescentes y familias con niños pequeños hasta parejas y personas mayores.
En su homilía, el Obispo Martin reflexionó sobre la importancia del Triduo y cómo los tres días constituyen “una celebración continua… que nos muestra la enorme belleza de las capas de nuestra vida ritual como católicos”.
Dijo que las tres lecturas de la Misa ofrecen una tríada de verdades fundamentales que reflejan la esencia del Triduo y de la Pascua. La primera lectura, del libro del Éxodo, describe cómo Dios instituyó la fiesta de la Pascua y nos recuerda que todos los seres humanos somos “esclavos del pecado”. La segunda lectura, de la carta de Pablo a los
Corintios, muestra que la salvación solo se encuentra a través de Cristo, una realidad encarnada en la Eucaristía.
Finalmente, el pasaje del Evangelio de Juan en el que Jesús lava los pies de sus discípulos, dijo el Obispo Martin, nos recuerda que nuestra misión es humillarnos para aceptar el servicio amoroso a los demás.
Después de la homilía, el Obispo Martin participó en uno de los momentos más visuales y conmovedores de la liturgia del Jueves Santo: el lavatorio de los pies, también conocido como el mandatum, que se realiza en honor al gesto de Cristo de lavar los pies de sus discípulos en la Última Cena.
Se arrodilló ante seis hombres y seis mujeres elegidos entre los feligreses de la Catedral, les lavó los pies y luego los secó con una toalla. Durante el rito, el coro entonó la emotiva antífona: “Un mandamiento nuevo les doy: que se amen los unos a los otros como yo los he amado”.
Al concluir la Misa, la congregación salió en procesión de la Catedral, siguiendo al Obispo Martin mientras llevaba el Santísimo Sacramento hasta el Altar de la Reserva en el edificio de Vida Familiar de la parroquia. Allí, muchos se arrodillaron en adoración silenciosa, mientras afuera, otros llegaban en automóvil para unirse a este tiempo solemne destinado a conmemorar la agonía de Cristo en el Huerto de Getsemaní. El Altar de la Reserva permaneció abierto para la oración hasta la medianoche.
Mass of the Lord’s Supper at St. Mark Church in Huntersville. (Photos by Amy Burger)
Holy Thursday Altar of Repose at St. Mark Church in Huntersville. (Photos by Amy Burger)
Holy Thursday Altar of Repose at St. Mark Church in Huntersville. (Photos by Amy Burger)
Holy Thursday Altar of Repose at St. Mark Church in Huntersville. (Photos by Amy Burger)
Father Joseph Matlak, assisted by Deacon Matthew Hanes, offered Vesperal Divine Liturgy on the Great and Holy Thursday in the Byzantine Rite at St. Basil Church in Charlotte. (Photo by Mike FitzGerald)
Mass of the Lord’s Supper was celebrated at St. Benedict the Moor Parish in Winston-Salem. (Photos by Lisa Geraci)
Mass of the Lord’s Supper was celebrated at St. Benedict the Moor Parish in Winston-Salem. (Photos by Lisa Geraci)
Mass of the Lord’s Supper was celebrated at St. Benedict the Moor Parish in Winston-Salem. (Photos by Lisa Geraci)
Mass of the Lord’s Supper was celebrated at St. Benedict the Moor Parish in Winston-Salem. (Photos by Lisa Geraci)
Fathers Sabastian and Sampson celebrate Mass on Holy Thursday at Our Lady of the Rosary Church in Lexington. (Photo provided)
On Holy Thursday, the faithful at Our Lady of Grace parish pray at the Altar of Repose. (Photos by Annie Ferguson)
On Holy Thursday, the faithful at Our Lady of Grace parish pray at the Altar of Repose. (Photos by Annie Ferguson)
On Holy Thursday, the faithful at Our Lady of Grace parish pray at the Altar of Repose. (Photos by Annie Ferguson)
St. Therese Parish in Mooresville held a beautiful remembrance of The Lord's Last Supper. Father Mark Lawlor washes the feet of parishioners. (Photos provided)
St. Therese Parish in Mooresville held a beautiful remembrance of The Lord's Last Supper. Father Mark Lawlor washes the feet of parishioners. (Photos provided)
St. Therese Parish in Mooresville held a beautiful remembrance of The Lord's Last Supper. Father Mark Lawlor washes the feet of parishioners. (Photos provided)
Holy Thursday feet washing at St. Stephen Maronite Church in Charlotte. (Provided photo)
Holy Thursday at St. Elizabeth In Boone. (Photo provided)
Holy Thursday at St. Leo the Great Parish in Winston-Salem. (Photo provided)
Following the Mass of the Lord’s Supper at Divine Redeemer in Booneville, the faithful prayed at the Altar of Repose. (Photos by Sergio Lopez)
Following the Mass of the Lord’s Supper at Divine Redeemer in Booneville, the faithful prayed at the Altar of Repose. (Photos by Sergio Lopez)
Following the Mass of the Lord’s Supper at Divine Redeemer in Booneville, the faithful prayed at the Altar of Repose. (Photos by Sergio Lopez)(Copy)
Following the Mass of the Lord’s Supper at Divine Redeemer in Booneville, the faithful prayed at the Altar of Repose. (Photos by Sergio Lopez)
Deacon Andrew Templeton incenses the Gospel at the Holy Thursday Mass of the Lord’s Supper at St. Thomas Aquinas Church in Charlotte. (Photo by Edward Chaplinsky Jr.)
Father Matthew Harrison, parochial vicar, washes the feet of parishioners during Holy Thursday Mass of the Lord’s Supper at St. Thomas Aquinas Church in Charlotte. (Photo by Edward Chaplinsky Jr.)
Father Matthew Harrison elevates the consecrated Host during Holy Thursday Mass of the Lord’s Supper at St. Thomas Aquinas Church in Charlotte. (Photo by Edward Chaplinsky Jr.)
Altar servers kneel in front of the altar during Holy Thursday Mass of the Lord’s Supper at St. Thomas Aquinas Church in Charlotte. (Photo by Edward Chaplinsky Jr.)
