HUNTERSVILLE — “Este es un gran día para la Iglesia de Charlotte y para la Iglesia Universal”, dijo el Arzobispo Gregory J. Hartmayer, de la Arquidiócesis de Atlanta, durante una Misa especial realizada para ordenar a los seminaristas Christopher Brock, Chinonso Nnebe-Agumadu y Peter Rusciolelli como diáconos de la Diócesis de Charlotte.
El Arzobispo Hartmayer presidió la Misa de ordenación del 4 de junio en la Iglesia San Marcos en Huntersville en reemplazo del Obispo Peter Jugis, quien se recupera de una enfermedad.
Durante el inicio del rito de ordenación, cientos de personas vieron como los tres hombres eran llamados a presentarse ante el Arzobispo Hartmayer en los escalones del altar y el Padre Christopher Gober, director diocesano de vocaciones, atestiguaba su preparación para recibir las órdenes sagradas.
Durante la Misa de dos horas, el Arzobispo Hartmayer pronunció una homilía dirigida a los tres hombres, explicando las diversas partes del rito de ordenación y brindándoles consejos para que comiencen a servir a Dios y a la Iglesia como ministros ordenados.
“Al participar en el sacramento del orden sagrado, el diácono está autorizado y facultado para ordenar, dirigir y centrar la atención de las personas en su dignidad como miembros bautizados del Cuerpo de Cristo”, dijo. “El diácono está llamado a ayudar al pueblo y a sí mismo, a juzgar sabiamente las cosas de la tierra y medirlas con las cosas del cielo. Nuestros nuevos diáconos harán eso no solo a través de su predicación y enseñanza, sino también en la conducta de sus vidas”.
“Todo lo que han hecho hasta ahora durante su formación ha sido una preparación”, les dijo a los tres hombres. “Ahora van a tomar un compromiso firme: que serán hombres de oración, que serán hombres de servicio, que moldearán su vida según la vida de Cristo mismo. Ya no hay una opción, es un compromiso”.
A través de sus promesas de celibato y obediencia, explicó el Arzobispo Hartmayer, los hombres demuestran la “entrega total de sí mismos a Dios y a su pueblo” y su “fe y confianza de todo corazón” en Dios.
Convertirse en diácono significa abrazar una vida de servicio, continuó. “Se necesita algo de tiempo y discernimiento en nuestra vida como diácono para comprender lo que significa servir”, dijo.
Los animó a proclamar el Evangelio a través de sus palabras y vidas, manteniéndose cimentados en la verdad que se encuentra en las Escrituras, mientras realizan su ministerio de servicio a los demás.
“Estos son los compromisos que están haciendo hoy. Son la base para más”, les dijo. “Así que disfruten su diaconado, aprendan de su ministerio diaconal, porque hay más por venir. Y, a menos que construyan una base sólida como diáconos, las cargas por delante, la voluntad de Dios por delante, se volverán aún más difíciles de llevar, si la base que están formando ahora como diáconos ordenados no es firme y sólida”.
Durante el rito de ordenación, los hombres se pusieron de pie y, uno a uno, se acercaron al arzobispo, quien puso las manos sobre sus cabezas y rezó la oración de ordenación sobre ellos, consagrándolos como diáconos.
La imposición de manos, señaló el arzobispo, “los vincula con la enseñanza y el ministerio de los Apóstoles”.
Luego, los hombres se postraron ante el altar, en “un gesto de abandono y confianza”, como lo describió el Arzobispo Hartmayer.
“Esa postración es un gesto de anonadamiento y un signo de humildad, que debe ser un signo de vuestro ministerio diaconal”, dijo a los hombres. “Es más que un símbolo, es una señal que conduce al tipo de vida y compromiso que están haciendo: un compromiso humilde, un compromiso de confianza. Y no pueden ponerse en la confianza de Dios a menos que queden vacíos y dejen espacio para Él”.
Los flamantes diáconos fueron entonces investidos con una estola, que simboliza el oficio de servicio del diácono, y la dalmática, la prenda exterior utilizada en la liturgia.
El Diácono Christopher Brock fue investido por el Diácono Rubén Tamayo de su casa parroquial, San Vicente de Paúl en Charlotte. “Se lo pedí porque siempre me apoyó al discernir la posibilidad de vocación, y frecuentemente me alentaba a considerar el asistir al seminario, incluso cuando atravesé un período de alejamiento al llamado”, dijo el Diácono Brock. “Él jugó un rol muy importante en mi discernimiento, y creo que pedirle que lo haga es una bella manera de decirle gracias”.
El Diácono Chinonso Nnebe-Agumadu fue investido por el Diácono transicional Darren Balkey de la Iglesia Sagrado Corazón en Salisbury. “Lo elegí porque ha sido un buen amigo desde que entré en el seminario, y una figura ejemplar en su vida de oración, cuidado por sus hermanos seminaristas y sus almas”.
El Diácono Peter Rusciolelli fue investido por el Diácono Carlos Medina de su parroquia, Catedral San Patricio. Dijo que seleccionó al Diácono Medina “porque he crecido sirviendo con él en la catedral toda mi vida. Probablemente fue el primer diácono que conocí”.
Los diáconos recién investidos se acercaron nuevamente al santuario uno por uno, recibiendo el Libro de los Evangelios de manos del Arzobispo Hartmayer, quien los reconoció dándoles la bienvenida a su nuevo papel en la Iglesia.
Los tres diáconos ahora podrán proclamar el Evangelio en la Misa, predicar por invitación del sacerdote, preparar el altar para el sacrificio de la Eucaristía, distribuir el Cuerpo y la Sangre del Señor a los fieles, administrar bautismos, oficiar matrimonios, llevar el Viático a los moribundos, realizar ritos funerarios, instruir a creyentes y no creyentes en la doctrina de la Iglesia, presidir la oración pública y realizar obras de caridad.
Los hombres son considerados diáconos “transicionales” en comparación con los diáconos “permanentes”, un reflejo de que tienen la intención de servir un año en preparación pastoral, litúrgica y educativa antes de ser considerados para la ordenación al sacerdocio en 2023. Los diáconos son los primeros de tres tipos de órdenes sagradas; los otros dos son sacerdote y obispo.
El Diácono Brock cumplirá su asignación de verano en la Iglesia Santo Tomás de Aquino en Charlotte. El Diácono Nnebe-Agumadu lo hará en la Iglesia San Marcos en Huntersville. El Diácono Rusciolelli cumplirá su asignación de verano en la Iglesia Santa Ana en Charlotte.
—SueAnn Howell y Patricia L. Guilfoyle, Catholic News Herald
“Una tarea de vida”, para Freddy García
HICKORY — Es domingo por la mañana y Freddy García, feligrés de la Iglesia San Luis Gonzaga en Hickory, acaba de levantarse para realizar una tarea que cumple cada domingo, a menos que el trabajo o una actividad familiar extraordinaria se lo impida.
Después de vestirse cómodamente y asearse, ora, medita por unos momentos, y luego realiza los ejercicios vocales que aprendió para modular su voz.
La casa está en silencio. Su esposa Rosalinda García, maestra de secundaria con quien lleva ya casi 20 años de matrimonio, descansa todavía, al igual que sus hijos Gabriela, de 16 años, e Iarin Emmanuel de 13.
Casi en puntillas se dirige al pequeño estudio que ha instalado en uno de los ambientes de su casa. Cierra la puerta y enciende la computadora a la que se conecta el micrófono profesional que lo desafía, el mismo que su esposa le obsequió hace ya algún tiempo.
Abre el texto que seleccionó del libro ‘Imitación de Cristo’, que revisó el día anterior y le da un breve repaso.
El momento de la verdad ha llegado, la aplicación que utiliza para grabar su voz espera solo que ejecute el comando para iniciar el registro.
Se encomienda nuevamente a Dios y lanza la música característica de su podcast, dando inicio a un programa más de la serie ‘Caminemos juntos hacia la casa del Padre’ que inició en plena pandemia.
Hombre de radio
García, nacido en México y carpintero en la rama de construcción, no es un improvisado en la locución. Fue parte de un equipo que por cinco años, en la primera mitad de la década de 2000, con la asistencia de la hermana Andrea Inkrott, por ese entonces coordinadora del ministerio hispano del vicariato de Hickory, produjo y condujo el espacio ‘Escucha la voz del Señor’ que se emitía por WCXN 1170 AM, los sábados al mediodía.
“Fue una hermosa experiencia, dábamos buenas noticias, el Evangelio y una entrevista con una persona invitada”, dijo García, quien recuerda haber transmitido en directo, gracias a la ayuda de un corresponsal en Charlotte, la Misa de ordenación de los sacerdotes Julio Domínguez y Enrique Gonzáles. “El Padre González, en una ocasión especial, celebró Misa desde la cabina para toda nuestra audiencia”, recordó.
Lamentablemente, el espacio debió ser cerrado debido a problemas financieros.
Cambio de vida
García, con 16 años de edad, llegó a Estados Unidos en 1993. Dos años después se estableció en Carolina del Norte, trabajando en el cultivo del tabaco.
Pese a que creció en un hogar católico, se alejó de la Iglesia hasta que su novia, hoy su esposa, lo invitó a participar en el coro de la Iglesia San Luis Gonzaga.
Desde entonces, todo ha sido crecer en la vida cristiana. Vivió retiros de evangelización, participó en la Pastoral Juvenil, fue servidor en varios ministerios y tomó el curso de formación laical.
Su interés en la formación en la fe lo llevó a idear un programa motivador durante la fase más dura de la pandemia de COVID-19.
Inspirado por la escucha de audiolibros, se animó a producir un segmento donde leyera pasajes del libro ‘Imitación de Cristo’, de Tomás de Kempis, una obra que lo inspiró en su regreso a la casa del Señor.
Se preparó por sí mismo buscando información y produjo el primer podcast de ‘Caminemos juntos hacia la casa del Padre’. Después de hallar una opinión satisfactoria lo publicó en casi todas las plataformas de streaming bajo ese nombre.
Pero Freddy García no espera quedarse ahí. Se prepara para próximamente producir otras series de podcasts con contenido propio.
“Es una tarea de vida”, nos aseguró.
— César Hurtado, Reportero