Todos los días Dios nos da grandes oportunidades de poder reencontrarnos con su gracia y estar atentos a un sinfín de bendiciones y dones que Él nos quiere dar para alimentar nuestro espíritu, reanimar nuestro llamado y confortar nuestras almas en nuestro camino de fe.
Queridos hermanos en Cristo, como todos lo hemos experimentado, este año pasado ha sido un año bastante turbulento y lleno de temor y suspenso, pues no sabíamos adonde nos dirigíamos con todo lo que estaba pasando con la pandemia y las diversas situaciones que esta causó en la economía, en la casa, en la salud de muchos de nosotros y en las comunidades parroquiales.