Cada 3 de julio la Iglesia Católica celebra la fiesta de Santo Tomás Apóstol, el pescador de Galilea que hizo la confesión de fe: “Señor Mío y Dios Mío”, luego que Jesús, a los ocho días de haber resucitado, se apareció nuevamente ante sus discípulos y lo invitó a meter su mano en la llaga de su costado.
Queridos hermanos y hermanas en Cristo,
La gracia del Señor Jesús sea con ustedes.
Hay una profunda tristeza en el centro de nuestros corazones por la muerte trágicamente horrible de George Floyd, y ahora Rayshard Brooks, y todo lo que ha sucedido en las últimas semanas. Por favor, unámonos para orar por el descanso de las almas de George y Rayshard, y porque la fortaleza y el amor de Dios permanezcan con sus familias, amigos y con todos los que lloran sus muertes.
También debemos rezar por nuestro país, para que el Espíritu Santo nos ayude a sanar heridas profundas en nuestra sociedad, y nos ayude a avanzar hacia la reconciliación y la paz. Nosotros los Obispos Católicos de los Estados Unidos, afirmamos en ‘Abramos Nuestros Corazones: El Incesante Llamado al amor - Una Carta Pastoral contra el Racismo’, que el racismo infecta a nuestra nación. Declaramos: “El racismo surge cuando, ya sea consciente o inconscientemente, una persona sostiene que su propia raza o etnia es superior y, por lo tanto, juzga a las personas de otras razas o etnias como inferiores e indignas de igual consideración. Cuando esta convicción o actitud lleva a los individuos o grupos a excluir, ridiculizar, maltratar o discriminar injustamente a las personas por su raza u origen étnico, es pecaminoso. Los actos racistas son pecaminosos porque violan la justicia. Revelan un fracaso en reconocer la dignidad humana de las personas ofendidas, en reconocerlos como los vecinos que Cristo nos llama a amar (Mt. 22:39)".
En nuestra reciente celebración de la Solemnidad del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo (Corpus Christi), San Pablo nos recordó: "Puesto que el pan es uno, nosotros, que somos muchos, somos un cuerpo; porque todos participamos de aquel mismo pan" (1 Co. 10:17). Como católicos, nuestra unidad en Cristo se fortalece al participar de la Santa Eucaristía, Jesús. A través de nuestra unión con Cristo, que quienes somos de diferentes razas y etnias en la Diócesis de Charlotte permanezcamos unidos en amor mutuo, y seamos una levadura de la paz de Cristo en nuestras comunidades locales.
Que el Príncipe de Paz generosamente nos otorgue su bendición, especialmente en este momento de gran necesidad.
Sinceramente suyo en Cristo Jesús,
Reverendísimo Peter J. Jugis
Obispo de Charlotte